Conclusión – Dispensaciones y Pactos

Dispensaciones y Pactos Conclusion
Tema: Conclusión

En términos generales, desde antes de la creación del hombre, Dios ya había formulado todo el proceso de la salvación. Las dispensaciones son los períodos de tiempo que ha tenido que atravesar la humanidad.
Actualmente estamos en la dispensación de “La Gracia”, y la próxima y final será “El Reino”. Cada dispensación es regida por un pacto, aunque hay pactos que son eternos, es decir, que nunca caducan. La revelación de Dios para la humanidad es progresiva. En términos generales, el hombre le ha fallado a Dios y Él le ha ofrecido restauración. Los pactos exigen al hombre el cumplimiento de una o más responsabilidades.

En la primera dispensación de la “Inocencia”, el hombre falla debido a la desobediencia de Adán y Eva. En la segunda, la “Conciencia”, el hombre, conociendo el bien y el mal, se inclina hacia el mal. Siempre nuestro Dios ha mantenido un remanente y en este caso fue Noé y su familia. En la tercera, el “Gobierno Humano”, el hombre tenía que ser responsable ante Dios de un gobierno sano. La corrupción es un germen satánico que se mueve en la humanidad con gran poder destructivo. El hombre gobernó a su conveniencia, sin tener en cuenta a Jehová. Se presentó el momento de pretender llegar a donde estaba Dios. Planificaron crear una torre en Babel, por lo que recibieron la paga de su extravío. Su juicio fue la confusión de lenguas, debido a lo cual fueron dispersados por el mundo existente en aquel entonces. El pueblo de Israel por su fracaso en el pacto palestino (Deuteronomio 28:1 y 30:10), sufrió las consecuencias de sus cautividades. El pacto de la “Promesa”, fue hecho con Abram por gracia y sin condiciones. No tenían que cumplir nada, pero debían permanecer en la tierra de Canaán. Cuando sucede el tiempo de la hambruna, en la que José tiene una posición muy ventajosa en Egipto, los descendientes de Abraham se van a Egipto y por eso perdieron las bendiciones, pero no el pacto. En Éxodo 19:8, los descendientes de Abraham desprecian la ‘Gracia’ y aceptan la ‘Ley’.

La dispensación de “La Ley” termina en la cruz. En los tiempos en que Jesucristo estaba en la tierra, estábamos en la ley. Por esta razón es que Él nos dice en San Mateo 5:17-18, que no vino a abrogar la ley, sino a cumplirla. En la cruz del Calvario, Jesucristo cumplió la ley por toda la humanidad. Él fue el cordero inmolado y con su sangre nos redimió. Él tomó sobre sí toda la maldición de la ley. Ahora nosotros disfrutamos de esa libertad. Para siempre es su misericordia, y hoy en lugar de siervos de la ley, somos hijos de Dios. Ahora estamos bajo la ley de Cristo, y aunque sus preceptos son más elevados, contamos con la presencia del Espíritu Santo que está en nosotros los cristianos.

Después de haber aceptado al Señor como mi único y exclusivo Salvador, durante algún tiempo tuve una confusión en mi mente. No podía entender cómo era posible que la dispensación de la “Gracia” fuese mejor que la de la ley. Preguntaba y no me explicaban en forma clara. Una de mis preguntas era: “La ‘Ley’ decía que el unirse el hombre físicamente con una mujer que no sea la esposa, es adulterio, y por lo tanto, pecado; ahora la ‘Gracia’ dice que con tan sólo desearla en la mente es pecado de adulterio. Entonces, ¿cómo me van a decir que la ‘Gracia’ es mejor que la ‘Ley’?” Luego, leyendo y preguntando más, pude entenderlo. Un anciano me explicó de la siguiente manera: “Al tú cometer el pecado bajo la ‘Ley’, la única forma que tenías de ‘arreglarte’ con Dios, era ofreciendo sacrificio de expiación con un animal. Ahora en la ‘Gracia’, cuando cometes un pecado, y luego te arrepientes de corazón y pides perdón a Dios, en el nombre de Jesucristo, eres perdonado.”

En otros capítulos he aclarado que quedas perdonado ante Dios, pero pagarás las consecuencias del pecado, lo cual es otro asunto. Aquel anciano me narró el caso del rey David, que aunque está en el Antiguo Testamento y bajo la ‘Ley’, podemos ver claramente el perdón y la misericordia de Dios en acción. Me dijo: “en la época en que los reyes iban a la batalla a pelear con sus ejércitos, el rey David se quedó en su casa. Un día desde su casa y a través de una ventana, vio cuando se bañaba Betsabé, esposa de Urías Eteo, uno de sus soldados. Le agradó aquella mujer, la mandó a buscar y se juntó a ella. Betsabé quedó embarazada y David trató de ocultar su pecado mandando a buscar a Urías para que se quedara un día con su mujer y así cubrir su embarazo. Urías, que era un hombre honorable, no se quedó en la casa y a David no le quedó más remedio que mandarlo a matar. Todo se consumó, pero, la Palabra de Dios nos dice que nada quedará oculto que no salga a la luz.

El profeta Natán le acusó personalmente. David se arrepintió, lloró y en forma dolorosa y de corazón, pidió perdón a Jehová por su pecado. Jehová le perdonó, pero tuvo que pagar las consecuencias del pecado, tales como las murmuraciones de la gente, lo cual es inevitable. Luego de haber sufrido ante Jehová la pérdida de su hijo, Betsabé quedó embarazada de nuevo y nació Salomón”. En este caso podemos ver que el perdón de Dios es total y verdadero. Sabemos sobre toda la gloria de Salomón, hijo de David y Betsabé.
Damos gracias a Jehová Dios por su amor infinito por la humanidad. Amén.

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