Cristo nos redimió
Malaquías 3:8-9: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros la nación toda, me habéis robado”.
Gálatas 3:13 y Deuteronomio 21:23: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”.
¿Por qué muchos ministros se atreven a desmentir la Palabra de Dios sin ningún temor? En diferentes escritos, la Palabra nos dice que ya fuimos redimidos de la maldición de la ley, entonces ¿por qué insisten en revivir esas viejas maldiciones? ¿Cómo se atreven a amenazar y atemorizar al cuerpo de Cristo, para manipularlo con maldiciones pasadas y cumplidas, erradicadas por el Señor en la cruz del Calvario?
Ministros y hermanos líderes en general, cuidémonos de no estar dando coces contra el aguijón. No tomemos las palabras que dirigió Malaquías al pueblo de Israel en la “dispensación de la ley” para aplicarlas a la iglesia de Jesucristo. Podrás engañar y manipular a muchos hermanos con menos conocimientos que tú, pero hay Alguien a quien no podrás engañar… arrepiéntete.
La ofrenda en “La Gracia”
Como hemos comentado anteriormente, no existe ninguna evidencia bíblica que sostenga o apoye el acto de diezmar en la dispensación de La Gracia. Vemos que en esta dispensación sólo se habla de ofrendas de un dador alegre, sin manipulación alguna.
1 Corintios 16:1-2: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”.
En los versículos siguientes, veremos para qué se recogían ofrendas en los comienzos de la iglesia. Esas ofrendas no eran para construir edificios ni para los ministros darse la buena vida, no debemos olvidar que Pablo trabajaba voluntariamente. Otros ministros eran sostenidos por las iglesias o congregaciones con las ofrendas. Eran sostenidos en cuanto a lo necesario sin sacrificar a quienes ofrendaban.
2 Corintios 8:11-13: “Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis. Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene. Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez”.
Estos hermanos habían prometido ofrendar. Posiblemente sería una ofrenda extra a la acostumbrada para ayudar a algunos hermanos que estaban en necesidad. Aquí Pablo no está manipulando a prometer lo que no tienen. De estos versículos se desprende que la iglesia de Corinto se había ofrecido a ofrendar, pero no se le había manipulado a prometer ninguna cantidad específica. Lo dicho anteriormente se sostiene con las palabras, “conforme a lo que tengáis”. Pablo recalca que si el ofrendante tiene la voluntad de hacerlo, “será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”. Creo que este énfasis que Pablo da a la aclaración de que el ofrendar será a base de lo que uno posee, tiene un significado, una enseñanza profunda. Hoy día escuchamos a algunos ministros manipular a la congregación, guiándolos a hacer “promesas de fe al Señor” de lo que no tienen. Apelan a las emociones de las personas, guiándoles a mostrar la fe que tienen haciendo promesas. Luego la pobre persona se traumatiza cuando no puede cumplir con lo que le manipularon prometer.
Satanás trata de tentar a Jesucristo en el desierto. “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras que se conviertan en pan”. San Mateo 4:3b. “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”. San Mateo 4:6. ¿Cree usted que Jesucristo no tenía fe y poder suficientes para probar que ambas cosas podían ser posibles si Él deseaba?
Hermanos, esa súper-fe que muchos ministros están exigiendo a sus feligreses es muy dañina y peligrosa. Debemos tener cuidado de no presionar a hermanos humildes para que tienten al Señor, manipulándolos para que ofrezcan lo que no tienen. Esto es contrario a lo que nos dice la Palabra, que todo debe ser “conforme a lo que tengáis”. No creo que agrade al Señor, que se cuestione la fe de un cristiano, a base de las aportaciones económicas que hace.
Algunos ministros predican que hay que “llevar los diezmos al alfolí”, no importa que veas a alguien careciendo de un bocado de comida. Creo que muchos ministros han llegado a perder la sensibilidad y amor al prójimo, guiados por sus egoístas ambiciones. Sólo piensan en engrandecerse a través de sus grandes templos y sus posiciones. Estos ministros no aprenden de las experiencias de otros, se olvidan que mientras más alto se está, será más duro el golpe al caer. Estos ministros han olvidado las enseñanzas bíblicas referentes al amor y a la misericordia.
San Mateo 10:42: “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.
Aquí nuestro Señor Jesucristo no nos dice que si vemos una necesidad, tengamos que esperar a que esa persona vaya a la iglesia. En la iglesia posiblemente le digan que el dinero que hay es para seguir construyendo más áreas del templo. Jesucristo dice: “a cualquiera que dé”, o sea que no tiene que ser ningún ministro el que dé al necesitado.
Santiago 1:27: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.
¿Qué significa, o qué nos dice Santiago con, “visitar a los huérfanos y a las viudas”? ¿Será simplemente para ver cómo están y desearles que sean bendecidos por el Señor? No, lo que él nos quiere decir, lo expresa claramente en Santiago 2:15-16. Debemos suplir para la situación del necesitado, antes que ninguna otra cosa, sin olvidar nuestras ofrendas para el desarrollo y función del lugar donde nos congregamos. Como ministro del Señor, y como pastor, creo que si cualquier hermano de la iglesia que pastoreo, tiene conocimiento de una verdadera y genuina situación de necesidad, debe aportar para mitigar esa necesidad. En esta porción bíblica, Santiago coloca el hecho de visitar a los huérfanos y a las viudas antes de, “guardarse sin mancha del mundo”. Aquí se repite indirectamente que, “la fe sin obras es muerta”. ¿Cuál fe o amor puede tener quien no se compadece del dolor ni de la necesidad humana? Tú puedes guardarte sin mancha del mundo, pero ¿qué pensarán los que saben que no te apiadas de tus semejantes en necesidad? La Palabra nos dice:
1 Juan 3:17-18: “Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quién no ha visto?” 1 Juan 4:20. También dice: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
Santiago 2:15-16: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”
Aquí Santiago nos exhorta también a echar a un lado la religiosidad y a hacer las obras que agradan a Dios. ¿Cómo es posible que si en nuestros corazones hay verdadero amor de Dios y vemos una necesidad imperiosa guardemos muy religiosamente diezmos y ofrendas y dejemos a esa persona en necesidad? Son muchas las porciones de la Palabra que nos indican cuál debe ser nuestro proceder cuando nos confrontemos con situaciones que requieren de un inmediato cuidado o asistencia.
San Mateo 25:34ª: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre”.
Estos “benditos de mi Padre” a que se está refiriendo Jesús, le preguntan por qué les ha escogido y qué favor hicieron ellos a Él.
San Mateo 25:40: “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Estas son las enseñanzas y lo que el Señor espera de nosotros. El Señor desea y nos exhorta a hacer el bien donde veamos la necesidad. Tenemos que entender que hay que sostener la obra de Dios, pero eso no nos debe impedir hacer el bien cuando sea necesario. No debemos poner edificios materiales o el montón de otras cosas por encima de la necesidad humana. El Señor nos pedirá cuentas un día, y tendremos que responder con la verdad de lo que hayamos hecho y cuáles han sido nuestras motivaciones.
Pastor Álvaro Rolón