Diferentes Tiempos o Aspectos de los Actos y Prosesos Redentores

Los Rudimientos de la Doctrina de Cristo
Tema: Diferentes Tiempos o Aspectos de los Actos y Prosesos Redentores

Es mi propósito en este momento, dirigido por el Espíritu Santo de Dios, continuar con la serie de mensajes titulada: “Los Rudimentos de la Doctrina de Cristo”. Esta vez hablaremos de “Diferentes Tiempos o Aspectos de los Actos y Procesos Redentores”.

Antes de comenzar directamente con el tema, deseo hacer algunos comentarios. Aunque muchos no estén de acuerdo con mi manera de pensar y sentir, quiero opinar que el estudio de la biblia, para mí no es algo tan sencillo como muchos dicen. Extraer el verdadero mensaje de nuestro Señor, requiere esfuerzo y dedicación. El cristiano ha sido llamado a escudriñar las escrituras. Esto no significa solamente escuchar alguna clase bíblica o leer un salmo antes de acostarse. Escudriñar la palabra significa estudiar la biblia profunda y sistemáticamente.

Si nos dedicamos a estudiar el mayor tiempo posible la palabra de Dios, el Espíritu Santo que mora en nosotros nos asistirá en el entendimiento del mensaje divino. El Señor nos llama a crecer espiritualmente. No nos debemos estancar en los simples rudimentos de la doctrina de Cristo. Hermanos, recalco que debemos esforzarnos por entender que, en términos generales, los actos y procesos redentores que experimentamos luego de nuestra conversión, tienen por lo menos dos tiempos o aspectos. Si tomamos como ejemplo la salvación, encontraremos que consta de tres tiempos o aspectos.

El primer aspecto nos dice que los creyentes hemos sido ya salvos de la culpa y de la pena del pecado, por tanto, estamos seguros de nuestra salvación eterna. El segundo aspecto advierte que continuamos siendo salvos del hábito y dominio del pecado. El tercer aspecto nos dice que seremos salvos en el sentido de ser conformados completamente a la imagen de Cristo. En este ejemplo de la salvación, encontramos que el primer tiempo o aspecto se cumplió instantáneamente en el momento que aceptamos a nuestro Señor Jesucristo. En este instante fuimos salvos de la culpa y de la pena del pecado. Esto nos asegura la salvación eterna. Pero la pregunta es ¿y qué pasará mientras estemos en este mundo? Ya no somos de este mundo, pero mientras estemos aquí, influenciados por las cosas materiales, tendremos que lidiar con el viejo hombre que continuará tratando de dominar.

Aquí en este mundo, como proceso, continuaremos siendo salvos del hábito y dominio del pecado. Por otro lado, ahora contamos con la presencia del Espíritu Santo en nosotros, que luchará por apartarnos y librarnos del mal. Nuestra vida espiritual dependerá del alimento que demos a nuestro espíritu y esto lo haremos con la lectura de la palabra, nuestra vida de oración y con ayunos. Con esta dieta, nuestro espíritu estará fortalecido y podremos resistir las tentaciones del maligno. La carne no hay que alimentarla porque ella se fortalece sola. Siempre explico esta situación comparando al Espíritu con la grama del patio, y la carne con los “yerbajos” (malezas). A la grama tienes que
cuidarla, abonarla, echarle agua, recortarla, etc. A los “yerbajos” no tienes que hacerles nada. Al contrario, le echas veneno, los arrancas y vuelven y salen. Si te descuidas, los yerbajos matan la grama. Hermanos, toda esta lucha contra el hábito y el dominio del pecado finalizará cuando salgamos de este mundo. Una vez esto suceda, se realizará el tercer tiempo o aspecto de nuestra salvación. Entonces seremos conformados completamente a la imagen de Cristo.

Si utilizamos este ejemplo del análisis de nuestra salvación para tratar de entender otros actos y procesos redentores, creo que lo lograremos. Esto evitará la confusión, y el crear una doctrina de cada uno de estos tiempos o aspectos.

Efesios 1:3 nos dice que: “Dios nos bendijo con toda bendición espiritual, en los lugares celestiales en Cristo”. O sea que nos bendijo en Cristo, aquí debemos prestar atención a la preposición en. El haber sido bendecido en Cristo lo recibimos por gracia de parte de Dios Padre, por medio de la fe que tenemos en Él. Luego Efesios 2:5 dice: “Aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, (por gracia sois salvos)”. Juntamente con Él nos resucitó, y así mismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.

Entiendo que en Efesios 2:8 está la clave para poder entender que, aunque aún estamos en este mundo, y bajo estas circunstancias, por medio de la fe, podemos sentir y disfrutar espiritualmente de estos lugares celestiales. La palabra nos dice que estamos sentados allí, porque ya hemos recibido por gracia la salvación eterna. El Espíritu Santo mora en nosotros, y nada ni nadie nos lo podrán quitar. Es decir, que en la dimensión o aspecto espiritual, ya estamos sentados allí.

Hermanos, lo que no debemos olvidar es que mientras estemos en este mundo, cuyo príncipe, nos dice la palabra que es Satanás, tendremos aflicciones. Debemos cuidarnos para no caer en tentación porque si caemos, pagaremos las consecuencias del pecado aquí en la tierra y cuando estemos en el juicio, en la presencia del Señor, seremos avergonzados y perderemos los galardones. El perder los galardones no implica perder la salvación eterna, porque esa la recibimos por gracia; Jesucristo pagó su precio con
sangre, en la cruz del Calvario.

Hermanos, recalco que debemos esforzarnos por entender que la gran mayoría de las bendiciones que hemos recibido al momento de la conversión, debemos entenderlas en dos dimensiones, o desde dos puntos de vista. En la dimensión terrenal, o sea en este mundo, donde generalmente la disfrutaremos parcialmente. La intensidad con que participaremos de estas bendiciones en este mundo dependerá del grado de comunión que tengamos con el Señor. En la dimensión celestial, en la otra vida, esas mismas bendiciones las disfrutaremos completas, a plenitud y para siempre.

Estas afirmaciones las podemos encontrar en diversos textos bíblicos. Por ejemplo, Efesios 4:30 nos dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios con el que fuisteis sellados para el día de la Redención”. Hermanos, ya hemos sido sellados, pero nos dice la palabra que es para el día de la Redención. ¿De qué Redención nos habla aquí? A mi entender, aquí se está refiriendo a la redención que ocurrirá en el rapto de la Iglesia, cuando los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego los que
hayamos quedado, también recibiremos cuerpos glorificados y nos iremos con el Señor. Aquí, en esta vida ya hemos sido redimidos del infierno y de la muerte, lo que significa que ya tenemos asegurada la salvación eterna. Todo esto por gracia, por la misericordia y el amor de nuestro Dios. Aunque por gracia ya poseemos la salvación eterna, mientras estemos en este mundo continuaremos siendo redimidos del hábito y dominio del pecado.

Los que predican que ya no tenemos que continuar con los rudimentos de la doctrina de Cristo, incluyen el pecado en su lista. Ellos citan varias porciones bíblicas analizadas e interpretadas a su manera.

En cuanto al juicio a los adúlteros y fornicarios, Hebreos 13:4 nos dice: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”. ¿Qué nos querrá decir en realidad este versículo? Muchos cristianos dicen que no hay pecaditos ni pecadotes, sino que todos son pecados. Creo que se basan en la escritura que dice que “la paga del pecado es muerte”. Personalmente opino que este versículo ha sido erróneamente interpretado. A través de la biblia encontraremos que no todos los pecados son considerados iguales, aunque todos son rechazados por nuestro Señor.

Entiendo que el peso del pecado de adulterio y fornicación es señalado en las escrituras con un mayor énfasis que otros. No creo que en Hebreos 13:4 se esté prohibiendo a los ministros, ancianos o a otras personas relacionadas, a bregar o tratar este pecado. Me parece que hay gente que desea encubrir este pecado y se aferra a malas interpretaciones, que posiblemente han sido hechas y predicadas por los que se quieren curar en salud, o ponerse el parche antes de que les salga el grano. No creo que ante este pecado o cualquier otro, todos deban callar, usando como excusa la palabra, porque “el juicio le pertenece al Señor”.

Deseo aconsejar al pueblo cristiano, que escuchen predicaciones, que asistan a estudios bíblicos, pero que eso no sea todo. Hermanos, escudriñen la palabra completa, no permitan recibir sólo lo que alguien les desea dar. Quizás al ir a la biblia, encontrarás grandes desafíos y sorpresas. Ahora, les voy a lanzar un reto, busquen en toda la biblia, donde diga quiénes son los que echan o pronuncian maldiciones. Si yo les digo quiénes son, posiblemente ustedes se molesten y no me seguirán escuchando. Bueno, continuando con el juicio a adúlteros y fornicarios, veamos qué podemos encontrar en la palabra de Dios. En 1 Corintios 5:1-13, Pablo está tratando un problema de fornicación en la iglesia. Creo que en todo el Nuevo Testamento es el único caso de adulterio que se presenta de principio a fin, con lujo de detalles.

Este caso parece como si el Señor, a través de la biblia, nos indicara paso por paso cómo proceder en una situación similar. En esta escritura no sólo se juzga, sino que también se dicta y se ejecuta la sentencia. Fíjese que dice: “que sea echado fuera a Satanás”. En este caso, a quién primero reprende Pablo es a la iglesia, por tolerar tales pecados, sin haber actuado. Les dice que debían haber quitado de en medio de ellos al que comete tal acción.

Para los que dicen, o creen que no se debe juzgar, y en especial a los ministros, fíjese que en el versículo 3 Pablo dice: “ya he juzgado al que tal cosa ha hecho”. El versículo 5 nos dice: “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor”. Aunque esto pertenece a otro tema, me gustaría que observen que aquí no se está hablando de que esta persona que ya había aceptado al Señor iría al infierno. Al contrario, dice que el castigo sería aquí en la tierra, o sea, para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor. Luego en el versículo 9, Pablo continúa con el tema y dice: “Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios”. Después, en el versículo 11 aclara el 9, diciendo: “Mas bien os escribí que no os juntéis con ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aún comáis”. Luego continúa en el versículo 12 y 13, “Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque
a los que están fuera Dios juzgará. Quitad pues a ese perverso de entre vosotros”.

Continuando con los pecados de adulterio y fornicación, 1 Corintios 6:18-19 dice: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, esta fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” En esta porción de la palabra, estos pecados son separados de los otros.

Entiendo que Pablo los considera peores a otros. Hermanos, ya no estamos bajo la ley de Moisés, ahora estamos en la Gracia. Ya no tenemos a aquellos patriarcas ni a otros hombres llamados y ungidos por Dios para representar al pueblo en su presencia. Ahora la palabra nos dice en 1 Pedro 2:9ª, “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Ahora todos somos “real sacerdocio”. Ya no tenemos aquellos sumos sacerdotes del Antiguo Testamento, que nos representaban delante de Dios, ahora todos somos iguales. Jesucristo es nuestro sumo Sacerdote. Hebreos 3:1 dice: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús”. Luego Hebreos 8:1 dice: “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la majestad en los cielos”. Hermanos, la iglesia es el cuerpo de Cristo y cada miembro tiene su función. En la dispensación de la gracia, los pastores, estamos llamados a orientar, enseñar, liderar y asistir en todo lo posible a la congregación. Delante del Señor, por el hecho de ser ministros, no significa que seamos más que los demás miembros del cuerpo de Cristo. En nuestra evaluación, cuando estemos presentes en el juicio del Señor, seremos juzgados (no en el juicio del trono blanco, sino en el juicio del Señor), para ser galardonados o avergonzados. Seremos galardonados, dependiendo de cómo hayamos cumplido con el ministerio que el Señor nos haya encomendado.

Hermanos, si vivir el verdadero evangelio de nuestro Señor Jesucristo fuese tan fácil, no tendríamos en la biblia tantas advertencias de cuidarnos. No permitas que te vendan un evangelio de fiestecitas con caramelos. El Señor prometió que si tomas tu cruz y le sigues, participarás junto a Él de todas sus bendiciones. Todo esto será allá en la eternidad. Aquí en este mundo, aunque tendremos aflicciones, si nos mantenemos en comunión con el Señor, no tendremos que atravesar solos el valle de dolor, porque Él estará con nosotros.

Hermanos, resumiendo, entiendo que no es sencillo comprender, cómo es que funcionan los actos y procesos redentores que ocurren en el momento de nuestra conversión. Para lograr comprenderlo, es necesario profundizar un poco en la palabra de Dios. Si no logramos entender los diferentes tiempos o aspectos que definen los actos y procesos redentores, estaremos confundidos. Esta confusión es la que crea o produce las diferentes discrepancias entre los diversos grupos cristianos. Un mismo acto o proceso redentor puede ser mencionado o presentado en diferentes circunstancias. Por ejemplo, al recibir la salvación somos librados de la muerte. Aquí es preciso entender que se está refiriendo a la muerte espiritual. Satanás, de la misma manera que continúa haciéndolo hoy, les mintió con una media verdad, que en realidad es una mentira. Él les dijo que no morirían sino que serían semejantes a Dios, conociendo el bien y el mal. Ellos comieron y murieron espiritualmente, como Jehová les dijo, pero no murieron físicamente, como Satanás les dijo.

Hermanos, Satanás fue vencido en la cruz del Calvario. Cuando aceptamos a Jesucristo, recibimos la vida eterna y ya Satanás no podrá hacer nada contra esa salvación eterna que poseemos. Mientras estamos aquí en este mundo, tendremos que usar la armadura que se nos señala en Efesios. Tendremos que pelear espiritualmente con las armas que nos ha dado el Señor. La lucha será fuerte, difícil, pero al final venceremos. Pasaremos por aflicciones, tribulaciones, pero no debemos olvidar que el Señor no permitirá que recibamos más de lo que podamos soportar. Si entendemos que el Señor sabe por todo lo que estamos pasando y es parte de su proceso para nuestra vida, eso nos brindará paz.

Hermanos, continuemos adelante recordando que las aflicciones y tribulaciones de esta vida no son comparables con la gloria venidera. Amén.

Por: Pastor Álvaro Rolón
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