El Espíritu Santo Está En Nosotros

El Espíritu Santo Está En Nosotros

El Espíritu Santo Está En Nosotros

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Siempre ha existido y se puede comprobar en el comienzo de la biblia.

Génesis 1:1-2: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”

Durante el Antiguo Testamento, Jehová enviaba su Espíritu sólo a ciertas personas escogidas, para dirigir al pueblo y para realizar tareas especiales.

Éxodo 31:1-3:”Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte.”

En el libro de los Jueces encontramos que el primer juez fue Otoniel. Estos jueces estaban certificados por Jehová. Generalmente el Espíritu de Jehová, que es el mismo Espíritu Santo, se posaba sobre un escogido de Dios, que podía ser un juez, un profeta, un rey, etc., y cuando éste terminaba su jornada, el Espíritu se apartaba de él.

Jueces 3:10: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim.”

Gedeón fue el sexto juez, y como señalé anteriormente, el Espíritu de Dios venía sobre estos líderes, pero no permanecía para siempre.

Jueces 6:34: “Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él.”

Si continúo señalando las diferentes porciones bíblicas que demuestran que el Espíritu de Jehová posaba sobre el escogido de Dios, y cuando terminaba su tarea, el Espíritu se apartaba, llenaría bastantes páginas. Antes de continuar con este tema, deseo señalar que el deseo de Jehová siempre ha sido ver a su pueblo Israel, adorándole y sirviéndole a través de Jesucristo. Esto lo podemos ver claramente en el libro de Ezequiel.

Ezequiel 36:26-27: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”

Joel también profetiza sobre la promesa del Espíritu Santo.

Joel 2:28-29: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”

La venida de nuestro Señor Jesucristo, comienza con el Señor siendo engendrado por el Espíritu Santo de Dios. Juan el Bautista, pariente de Jesús, fue encomendado para abrir camino para el Señor.

San Mateo 3:3: “Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.”

San Mateo 3:11: “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.”

San Mateo 3:16: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.”

Cuando Jesús instruye y envía a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad, y toda dolencia. Jesús les estimuló, orientándoles sobre cómo serían dirigidos.

San Mateo 10:19-20: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.”

Jesús declara enfáticamente el valor y la importancia del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo el que revela, o nos presenta a nuestro Señor Jesucristo. Cuando una persona subestima el poder del Señor, negándose a aceptarle, ya ha blasfemado al Espíritu Santo. No le ha creído ni le ha dado la atención ni el valor que se merece, y por tanto, ha rechazado la salvación eterna. Por rechazar la salvación eterna, no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.

San Mateo 12:31: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.”

Cada persona que es bautizada, tiene que recibir el bautismo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Nuestro Señor Jesucristo lo ordenó de esta manera, y así tiene que ser hecho.

San Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”

Cuando nuestro Señor Jesucristo partió de este mundo, no nos dejó huérfanos. Nos prometió que rogaría al Padre para que enviara al Espíritu Santo.

San Juan 14:16-18 nos dice: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.”

En el versículo 17 podemos notar que Jesús nos dice que antes de Él partir, el Espíritu Santo moraba con nosotros. Luego nos aclara que cuando Él se haya ido, el Espíritu Santo estará en nosotros. Esto significa que el Espíritu estará dentro de nosotros.

El Espíritu Santo, al estar en nosotros, nos brinda consuelo, nos fortalece, nos protege, etc. Una de las funciones principales del Espíritu Santo en nosotros, es la de enseñarnos y recordarnos la palabra de Dios, cuando sea necesario.

San Juan 14:26 explica: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”

San Juan 15:26-27, el Señor nos promete: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.”

San Juan 16:7-11. En esta porción se nos deja saber la triple obra del Espíritu en cuanto al mundo: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”

Aquí Jesucristo dice que conviene que Él se vaya, porque tenemos que entender cuál fue su ministerio, es decir, a qué vino a la tierra. En su cuerpo de carne y hueso, Él no podía estar todo el tiempo en todas partes. El Espíritu Santo, por ser un Espíritu, podía estar en todas partes al mismo tiempo. Ahora, el Espíritu Santo es nuestra fortaleza y nuestro todo.

San Juan 16:7-8: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.”

San Juan 14:26: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”

San Juan 14:16-17: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”

San Juan 15:26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”

San Juan 16:13-15: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”

Hermano, no lo olvides, el Espíritu Santo está en, o dentro de nosotros, y sabe todo lo que hacemos, por más que nos ocultemos. Por tanto, debemos vivir para el Señor, una vida santa, sin manchas y sin arrugas.

¡Que el Señor nos bendiga a todos y que el Espíritu Santo nos dirija. Amén!

Por: Pastor Álvaro Rolón

 

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