El Pacto Con Abraham

El Pacto Con Abraham

El Pacto Con Abraham

Génesis 12:1: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”.

Sin importar el riesgo de dejar su lugar de seguridad, Abram creyó a Dios, obedeció su mandato y salió hacia donde Jehová le había indicado. Abram siguió en obediencia, moviéndose bajo la voluntad de Dios.

En Génesis 13:5-11, encontramos que tanto Abram como Lot habían progresado bastante, teniendo muchas propiedades. Abram decidió que deberían separarse y la dio a Lot la oportunidad de escoger.

Génesis 13:8-11: “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.”

Aquí vemos un ejemplo de un verdadero hombre de Dios. A él era a quien le correspondía tomar la mejor parte. Sin ningún egoísmo, permitió que Lot escogiera, y Lot escogió lo mejor. Abram se fue a las montañas y allí fue que Jehová hizo un pacto con él, dándole la tierra de Canaán y prometiéndole una posteridad natural.

Génesis 13:14-18: “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré. Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.”

Lot continuó acercándose más y más a Sodoma, hasta que se estableció allí. Un grupo de reyes de otras ciudades atacaron y capturaron a Sodoma, llevándose todo y a las mujeres. Entre las personas y pertenencias, se llevaron a Lot.

Génesis 14:14-16: “Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan. Y cayó sobre ellos de noche, él y sus siervos, y les atacó, y les fue siguiendo hasta Hoba al norte de Damasco. Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.”

Génesis 14:21-23: “Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes. Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram.”

Todos estos eventos describen la clase de persona que fue Abraham. Me gustaría escuchar qué contestarían muchos ministros que conozco, al ofrecerles las riquezas de Sodoma.

Luego Jehová establece la circuncisión como la señal del pacto con Abraham.

Génesis 17:9-10: “Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros”.

Creo que los que enfatizan tanto en el pacto de Jehová con Abraham, se han olvidado que la señal de ese pacto era la circuncisión. Aconsejo a estos judaizantes que desistan de continuar mezclando unas cosas con otras, con el único propósito de justificar la exigencia y el cobro de diezmos ahora en la gracia.

Génesis 15:6: “Y creyó a Jehová y le fue contado por justicia”.

Luego Jehová le pide a Abraham que le sacrifique a su hijo Isaac. Abraham obedeció una vez más las difíciles peticiones de Jehová. Jehová detuvo el sacrificio, porque pudo confirmar la determinación de Abraham de obedecerle y cumplir, sin importar lo dolorosa que fuera la demanda. Este acto de sumisión y obediencia movió a Jehová a continuar bendiciendo a Abraham con mayores promesas.

Génesis 22:18 y Hechos 3:25 : “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedecisteis a mi voz”.

Hermanos, ninguno de estos actos o situaciones tienen nada que ver con diezmos. Ni la fe ni la justicia de Abraham tienen relación alguna con diezmos. El caso que ocurre en Génesis 14:1-20, donde Abram da a Melquisedec los diezmos del botín de guerra, es un hecho aislado desconectado de la fe que le es contada por justicia a Abram. La fe que le fue contada a Abraham por justicia, fue el hecho de salir de su tierra y de su parentela y su acto de sacrificar a su hijo Isaac.

No hay ningún pacto con Abraham que tenga que ver con diezmos.

Hay ministros cuyos deseos carnales y materialistas los han guiado a caer en estado de turbación, de confusión y buscan e inventan todo el argumento posible para satisfacer sus aspiraciones carnales. Sueñan o ambicionan estar viviendo en el reino de Dios, donde se han autodenominado los recaudadores de los impuestos del reino, los diezmos. Enseñan que a Dios hay que pagarle impuestos, creo que esto es una blasfemia… una barbaridad. Para muchos ministros, el sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario no tuvo validez alguna. Estos ministros prefieren retornar a las demandas de la ley, para así tener derecho a recibir los diezmos de la ley que correspondían a los hijos de Leví.

Cuando se dividieron los bienes y propiedades del pueblo de Israel entre las 12 tribus, a la tribu de Leví le fue asignado el 10%. A esta tribu de Leví le correspondería la labor sacerdotal. Ellos servirían a las 11 tribus restantes en sacerdocio. Creo que Dios no les permitió recibir propiedades para que se dedicaran plenamente al servicio sacerdotal y no estuviesen preocupados o envueltos en otros negocios del mundo.

El ministro que en verdad es llamado por el Señor en la dispensación de la gracia, también es protegido financieramente por Dios.

San Mateo 10:10b: “El obrero es digno de su alimento”.

San Lucas 10:7: “…El obrero es digno de su salario…”

En estas citas vemos que es bíblico, que el ministro u “obrero” que es llamado por Dios, debe ser sostenido por la congregación que sirve. Ahora en la dispensación de la gracia, el ministro u obrero no es sostenido por diezmos sino por las ofrendas. En esta dispensación, las demandas legales del diezmo que formaban parte de la ley, son sustituidas por ofrendas de un dador alegre. Ahora el Espíritu Santo mora en cada persona que ha aceptado a Jesucristo como único y exclusivo Salvador. Es el Espíritu Santo que mora en nosotros, el que estimula al cristiano a ofrendar generosamente para el sostenimiento de la obra de Dios.

Anteriormente en la dispensación de la ley, el Espíritu Santo no moraba en los religiosos de la época, sino que dependían de leyes materiales o físicas que tenían que cumplir. Por medio de sus propios esfuerzos y manipulaciones, muchos ministros obligan al pueblo a aportar para las finanzas. La tarea sería más fácil, si estos ministros demandaran del Señor la fe necesaria para poder confiar que si Él les llamó, Él suplirá para el sostenimiento económico. En las cosas del Señor, el esfuerzo propio y el uso de estrategias humanas sólo nos conducirán a caer en estados de ansiedad, de depresión, desánimo y muchas otras condiciones negativas.

Comprendo que después de haber estado acostumbrado a un sistema de manipulación y estrategias humanas, no es nada fácil rendirse a la voluntad del Señor, debido a la falta de fe y a veces al orgullo, vanidad y vanagloria que pueden haber inflado al ministro, de tal manera que sólo el poder de Dios le bajará de ese pedestal… de esa nube.

¡Que Dios guíe nuestros pasos!

Pastor Álvaro Rolón

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