La Salvación Eterna
Tema: “El Pecado de Muerte”
Como he afirmado en ocasiones anteriores, la Palabra de Dios no se puede contradecir. La Palabra se sustenta, es decir, que una parte apoya o sostiene la otra. La Biblia repite explícitamente que cuando aceptamos a Jesucristo como el único y exclusivo Salvador de nuestras vidas, recibimos la “salvación eterna”. También nos dice que la “salvación eterna” es por gracia y no por obras, para que nadie se gloríe. Son muchas las porciones bíblicas que sostienen esta ponencia. Por tanto, todo esto implica que no hay pecado, ni nada que pueda hacer posible la pérdida de la “salvación eterna” ya alcanzada.
Deseo aclarar que si pecamos después de haber aceptado al Señor, tendremos que pagar las consecuencias del pecado, que puede incluir la muerte física.
En 1 Juan 5:16-19, el apóstol Juan nos habla sobre el pecado de muerte y el pecado no de muerte. Si leemos estos versículos sin hacer una profunda exégesis de su significado, podríamos concluir erróneamente, que el pecado de muerte que se menciona aquí, se refiere a la pérdida de la salvación eterna.
En el versículo 16 dice que “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida”. Aquí podemos señalar que sólo dice vida y no vida eterna. Luego Juan dice, “Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida”. Él no dice que se pida, pero tampoco dice que no se pida. El versículo 17 dice que, “Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”. El pecado casual, no continuo, persistente o práctico, es pecado no de muerte. Por esta razón el mismo apóstol Juan aconseja, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”. 1 Juan 1:8-10. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1.
Algunos teólogos han expresado su opinión, identificando este pecado de muerte como el pecado de apostasía total de la fe cristiana. Si aceptamos esta ponencia, tendremos que contestar las siguientes preguntas: ¿Un cristiano que ha recibido la salvación eterna por fe en nuestro Señor Jesucristo, podría apostatar y perderla? En 1 Juan 2:19 se habla de personas que “salieron de nosotros”, es decir, que apostataron de la doctrina establecida. Recordemos que en Hechos 21:21, también Pablo es acusado de apostatar de Moisés. Esta porción bíblica de 1 Juan 5:16-18, condujo a teólogos católicos romanos y autores sagrados a clasificar los pecados en “mortales” y “veniales”. Al pasar los años, esta idea ha sido abandonada.
Otros autores creen que este pecado de muerte, se refiere a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Al no creerle al Espíritu Santo, y atribuirle su revelación y obras a Satanás, se está blasfemando contra Él. Este pecado de no creerle al Espíritu Santo, y como resultado, no aceptar a Jesucristo como nuestro Redentor y Salvador, no es perdonado. No es perdonado porque si no aceptas al Señor, no recibirás el perdón de pecados y la vida eterna. No es que se pierda la salvación ya recibida por gracia, sino que nunca se recibió, al no aceptar, o sea, al rechazar al Señor. Por cuanto en el caso de 1 Juan 5:16-18, se habla de un hermano, podemos descartar esta hipótesis, ya que un hermano es alguien que ya recibió a Jesucristo como Salvador.
Luego de este proceso analítico podemos concluir que en esta porción bíblica, el pecado de muerte se refiere a muerte física. Para sostener esta conclusión, citaré algunos ejemplos bíblicos que señalan la paga de las consecuencias del pecado. Estas consecuencias pueden incluir la muerte física del hermano. Es necesario señalar que esta muerte física es completamente ajena a la segunda muerte o a la pérdida de la salvación eterna.
Ejemplos de pagar consecuencias del pecado, los podemos encontrar en el caso de la mentira de Ananías y Safira en Hechos 5:1-10. En este caso no se habla de muerte espiritual sino física. Este asunto de pagar las consecuencias del pecado, incluyendo la muerte física, se presenta más claro en 1 Corintios 5:5. “El tal sea entregado a Satanás, para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”. Otro ejemplo de pecado en que el apóstol Pablo no pide que se ore por el pecador, lo encontramos en 1 Corintios 11:30. Aquí Pablo se está refiriendo al que participa de la mesa del Señor, sin discernir su cuerpo. La iglesia es el cuerpo de Cristo y tenemos que convivir, soportándonos y amándonos los unos a los otros. Las consecuencias de no vivir conforme a la voluntad del Señor, podrían ser enfermedades, debilidades y “muchos duermen”, lo cual se refiere a la muerte física. Otro caso que señalaré, se encuentra en 1 Timoteo 1:19-20 donde Pablo se refiere a la conducta de Himeneo y Alejandro. Pablo dice que ellos “naufragaron en cuanto a la fe”, o sea que apostataron de la fe.
Por esta razón el apóstol los entregó a Satanás, “para que aprendan a no blasfemar”. En este caso el propósito de entregarlos a Satanás es, “para que aprendan a no blasfemar”, es decir, para que se arrepientan de su pecado. Entiendo que hay hermanos que por la doctrina que les ha sido inculcada, en cada una de estas porciones bíblicas y otras similares, perciben sólo muerte eterna. Espero que estos ejemplos sean útiles para aclarar la porción de 1 Juan 5:16-18. Amén.