EL TEMOR

EL TEMOR

El Temor

¡Que el Señor nos libre de miedos!

Cuando hablamos de temor, generalmente nos referimos a miedo, es decir, que en muchos casos, son sinónimos. Comenzaré refiriéndome a un temor que no es miedo, sino respeto, reverencia, etc.

2 Corintios 7:1: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”

En el versículo anterior, el apóstol Pablo nos ordena apartarnos de toda contaminación y pecado, para así perfeccionar la santidad en el respeto a Dios. El apóstol nos aconseja de esta manera, para que no recibamos en vano la gracia de Dios. En ocasiones, algunos hermanos confunden la palabra temor con miedo. Ahora les presentaré dos casos en los cuales ocurre esto:

1 Corintios 2:2-3: “2Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 3Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;”

Filipenses 2:12: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,”

Con el versículo anterior, se ha cometido un sinnúmero de errores. Esta porción de la biblia se ha usado para querer probar que la Palabra nos dice que la salvación eterna se puede perder. Aquí Pablo está pidiendo a los filipenses que tienen que exteriorizar esa salvación que está en su interior. Que manifiesten exteriormente la salvación efectuada en lo interior. En ningún momento nos está advirtiendo de cuidar la salvación para no perderla. Por esta razón es que dice, “ocupaos en vuestra salvación”. Si analizas el contexto de este versículo desde el comienzo del capítulo, podrás comprobar lo que he escrito anteriormente.

De aquí en adelante les presentaré algunos ejemplos de temor que significa miedo.

Filipenses 1:14: “Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.”

2 Corintios 7:5-6: “5Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. 6Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;”

Hebreos 2:14-15: “14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.”

1 Pedro 3:13-14: “13¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? 14Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,”

En las citas anteriores, en términos generales, se nos aconseja no sentir temor o miedo por nada, ni nadie. Siempre debemos tener presente que:

1 Juan 4:4: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”

Hermanos, con sólo recordar que somos hijos de Dios, además de tantos atributos que hemos recibido de parte de nuestro Señor Jesucristo, esto debe ser suficiente para mantener nuestra calma, nuestra paz. Ningún cristiano que esté viviendo en comunión con Dios, debe vivir con temores.

La Palabra nos presenta un antídoto para el temor (miedo) y este es el amor.

1 Juan 4:18: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

Si vivimos una vida dedicada al Señor, no tenemos nada de qué temer. Recordemos que el Señor siempre estará con nosotros.

Hebreos 13:5-6: “5Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”

Si mantenemos nuestra mente y todo nuestro pensamiento en la Palabra de Dios, no importa lo que ocurra a nuestro alrededor, pues sabemos que estamos protegidos. Tenemos que confiar, ejercitar nuestra fe en las promesas de nuestro Señor.

Isaías 53:4-5: “4Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

Isaías 54:17: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.”

Isaías 26:3: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.”

Hay Palabra de Dios que, cual bálsamo, cura nuestra alma y nos libra de temores. La Palabra nos brinda tal confianza, que aún estando aquí en la tierra, podemos sentir y comenzar a vivir en el reino de Dios.

Salmos 91:15-16: “15Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. 16Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.”

Si nosotros analizamos bien todo lo que la biblia dice, viviríamos una vida feliz, aunque pasemos por momentos difíciles. Nuestro Dios, Jehová, nos ha amado tanto, que nos ha suplido de todo lo que necesitamos en esta vida. Lo único que nosotros tenemos que hacer, es obedecer y ser fieles a su Palabra.

Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),”

Hechos 9:31: “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.”

Romanos 8:14-15: “14Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”

Romanos 13:3: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;”

Resumiendo, podríamos decir que el temor (miedo) no debe ser parte de la vida del cristiano. Nosotros tenemos que confiar, tener fe de que la Palabra de Dios se cumple.

2 Corintios 1:20: “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.”

¡Que el Señor nos fortalezca!

Pastor Álvaro Rolón

Scroll UpScroll Up