Hablar En Lenguas
Hablar en lenguas o “glosolalia”, es el anhelo, la esperanza de muchos cristianos, y en especial, de los Pentecostales. Para la iglesia Pentecostal, hablar en lenguas es un requisito, para poder demostrar que una persona ha sido verdaderamente llena del Espíritu Santo.
La promesa del Espíritu Santo
San Juan 14:15-18: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.”
San Juan 16:7: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.”
San Lucas 24:49-51: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.”
Hechos 1:8: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Hechos 1:12-14: “Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.”
Los Hechos 1:12-14 narran que los que estaban reunidos en aquel aposento alto, era una gran cantidad de personas. Allí estaban los apóstoles y se les habían unido muchos de los discípulos, para esperar por la promesa del Espíritu Santo. Luego, algunos se cansaron de esperar y comenzaron a abandonar el lugar. Cuando se manifestó el Espíritu Santo, quedaban sólo ciento veinte.
Hechos 1:15: “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número).”
La llegada del Espíritu Santo
Hechos 2:1-6: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.”
La gente que observaba los movimientos de los ciento veinte, y que los escuchaban hablar, estaban confundidos.
Hechos 2:12-13: “Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.”
Era la primera ocasión en que aquella comunidad experimentaba algo así. Muchos, al no tener manera de describir lo que estaba sucediendo, simplemente comentaban que aquellos estaban ebrios. Aquel suceso fue notorio en toda aquella región.
Sermón de Pedro
Hechos 2:14-21: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
En este mensaje de Pedro, en la cita anterior, encontramos a un Pedro fortalecido por el Espíritu Santo. Un Pedro diferente al que negó al Señor en San Mateo 26:69-75, Marcos, Lucas y Juan. El bautismo del Espíritu Santo es verdaderamente necesario en todo cristiano, para poder enfrentar los ataques del enemigo y cumplir con su ministerio.
Luego, después de haber resucitado, el Señor les da “La Gran Comisión” a los once discípulos. Aquí podemos ver que antes de enviarlos, ellos fueron investidos con el poder del Espíritu Santo.
San Marcos 16:15-18: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”
Al principio, el evangelio se predicaba sólo a los judíos. El Espíritu Santo se impartía mediante la imposición de manos a los que creían en Cristo (Hechos 8:17 y 9:17). Después que Pedro abrió la puerta del reino a los gentiles (Hechos 10), el Espíritu Santo vino sin ninguna dilación, ni otra condición que la fe, sobre todos los que habían creído (Hechos 10:44-48, 11:15-18).
Este hecho de que el Espíritu Santo se recibe por la sola fe al instante de la salvación, tiene validez permanente para toda la edad de la iglesia. Cada creyente es nacido del Espíritu (San Juan 3:3, 6; 1 Juan 5:1), habitado por el Espíritu, cuya divina presencia hace del cuerpo del redimido un templo de Dios (1 Corintios 6:19; Romanos 8:9-15; 1 Juan 2:27; Gálatas 4:6), y bautizado por el Espíritu (1 Corintios 12:12-13; 1 Juan 2:20, 27), quien de este modo le sella para Dios (Efesios 1:13, 4:30).
El Nuevo Testamento distingue entre tener el Espíritu, que es una realidad en todos los creyentes, y estar lleno del Espíritu, que es el privilegio y el deber del verdadero hijo de Dios (compare Hechos 2:4 con 4:29-31; Efesios 1:13-14 con 5:18). El bautismo ocurre solamente una vez, la llenura o plenitud del Espíritu puede repetirse muchas veces.
Los pecados que los incrédulos cometen contra el Espíritu son:
Blasfemar contra Él.
San Mateo 12:31: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.”
Resistir al Espíritu es otro pecado cometido por los incrédulos.
Hechos 7:51: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.”
Insultarle
Hebreos 10:29: “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”
Los pecados del creyente contra el Espíritu son: Contristarle, al permitir el mal en el corazón o en la vida.
Efesios 4:30: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
Apagarle por medio de la desobediencia.
1 Tesalonicenses 5:19: “No apaguéis al Espíritu.”
La actitud correcta hacia el Espíritu, es rendirse a su dominio en conducta y servicio, y estar siempre dispuestos a que Él quite todo aquello que le entristece o estorba la manifestación de su poder divino.
Efesios 4:31: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.”
Hay algunos detalles que creo debemos tener presentes. El día de Pentecostés, la Palabra nos dice que las lenguas de fuego se asentaron sobre cada uno de ellos. Esto significa que todos y cada uno de los ciento veinte, hablaron en lenguas. Sabemos que hablaron en lenguas humanas, porque el versículo Hechos 2:6 lo confirma. Posiblemente, además de hablar en lenguas naturales, quizás algunos hablaban en lenguas angelicales. Llego a esa conclusión, porque en el versículo Hechos 2:13 dice que algunos de los allí presentes creían que estaban llenos de mosto, es decir, embriagados. En el libro de 1 de Corintios 13:1, nos confirma que hay lenguas humanas y angélicas. En la actualidad, mayormente se escucha hablar lenguas angelicales. La Palabra abunda más sobre este tema.
1 Corintios 14:3-5: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.”
Guiado por lo que dice el versículo 14:5a: “Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas,” entiendo que no todos los cristianos tienen que hablar lenguas. Desde luego, es algo que todo cristiano debe desear, para su propia edificación.
1 Corintios 12:4-11: ”Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”
Esta porción bíblica nos dice que hay diversidad de dones y ministerios, pero el Espíritu es el mismo y el Señor es el mismo. Luego aparece una lista de varios dones y ministerios, y entre ellos están los diversos géneros de lenguas, y también la interpretación de las mismas. Igualmente en el versículo 11, esta escritura nos recalca que todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Esta escritura me da a entender, que no todos tienen que hablar en lenguas, porque hay otros ministerios, y Dios reparte como Él quiere.
En 1 Corintios 12:27-31 nos repite, que no todos los miembros del cuerpo de Cristo reciben el mismo ministerio. En el versículo 28 se menciona una variedad de dones, entre los cuales está el don de lenguas. El versículo 30 nos aclara un poco mejor el asunto de la diversidad de ministerios.
1 Corintios 12:30: “¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?”
El orden en las reuniones de la iglesia
En ocasiones encontramos hermanos que por ignorancia, piensan que cuando comienzan a hablar lenguas, nadie debe detenerlos, ni aún ellos mismos. Digo por ignorancia, porque la Palabra establece un orden a seguir. Muchos hermanos citan la porción bíblica que dice que no impidáis la manifestación del Espíritu.
1 Corintios 14:39: “Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas;”
Muchos citan el versículo 39, pero se olvidan del significado del 40:
1 Corintios 14:40: “pero hágase todo decentemente y con orden.”
Buscando el significado de hacer todo decentemente y con orden, encontré lo siguiente:
1 Corintios 14:32-33: “Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas;pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos.”
Hermanos, debemos ser cuidadosos cuando estamos haciendo algo para el Señor. Tenemos que tener presente, cuál es el propósito de lo que hacemos. Nada debe ser por competencia o para nuestro propio engrandecimiento. Todo lo que hacemos es para la gloria y honra del Señor. Un ejemplo de esto es lo que nos dice San Pablo.
1 Corintios 14:18-19: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.”
Hermanos, espero que este estudio les sirva de inspiración para continuar buscando más información, y procurando tener la experiencia. Amén.
Pastor Álvaro Rolón