La Biblia

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¡Que el Señor nos ilumine!

La palabra Biblia, es en griego el plural de “biblión”. Significa un libro breve, o sea, una colección de libros breves. La Biblia fue el nombre dado a la colección de escritos que la iglesia cristiana considera divinamente inspirados. Comenzó a utilizarse a finales del siglo IV después de Cristo. En griego “ta biblía”, era un neutro plural, pero al pasar al latín se le atribuyó el género femenino, debido a su terminación en “a”. De allí nuestra costumbre en español de referirnos a “la biblia”.

El número de libros incluidos en la biblia varía según el canon que cada denominación acepta. Estos pueden ser: el canon del Antiguo Testamento; el canon del Nuevo Testamento; textos del Antiguo Testamento; textos del Nuevo Testamento; o versiones. En general, todas las iglesias concuerdan en los 27 libros del Nuevo Testamento, pero el número de libros del Antiguo Testamento varía según una iglesia siga el canon griego, como por ejemplo, la iglesia católica romana y la greco-ortodoxa, o el canon hebreo como los protestantes.

La biblia se divide en dos partes: el Antiguo Testamento, escrito antes de Jesucristo; y el Nuevo Testamento, que se refiere a la vida de nuestro Señor, y al trabajo de la iglesia en las primeras décadas después de la Resurrección. Casi todo el Antiguo Testamento fue escrito originalmente en hebreo, aunque algunas porciones están en arameo, el idioma que se hizo común entre los judíos, unos pocos siglos antes de Cristo. También hay algunos libros del Antiguo Testamento católico-romano, que parecen haber sido escritos originalmente en griego, y que forman parte de los libros apócrifos. En general, estos libros forman parte de la biblia griega y latina, pero no de la hebrea. Todo el Nuevo Testamento fue escrito originalmente en griego, que era la lengua común del comercio y la comunicación de la época de Jesucristo. Hace algún tiempo se creía que parte del Nuevo Testamento, como el evangelio de Mateo, había sido escrito originalmente en arameo; pero hoy casi todos los eruditos rechazan esta teoría.

De todos los libros que la humanidad ha conocido, ninguno ha ejercido tanta influencia como la biblia. Sobre ella se han escrito millares de estudios; autores famosos han tomado de ellas temas para sus obras. Pensadores y científicos se han inspirado en ella, y aún movimientos antagónicos al cristianismo como el islam y el marxismo, han tomado de ella buena parte de sus doctrinas. Completa o en parte, ha sido traducida a más de mil idiomas, y provee la base doctrinal a centenares de iglesias en culturas y situaciones muy diversas.

Los primeros cristianos creían firmemente que el Antiguo Testamento había sido inspirado por Dios. Cuando usaban el término “escrituras”, se referían sólo a esta parte, pues el Nuevo Testamento todavía no se había escrito y compilado. Empero, esto creaba varios problemas. Para los cristianos, la interpretación tradicional del Antiguo Testamento estaba equivocada, pues los judíos no admitían a Jesucristo como culminación de las promesas dadas a Israel. En San Juan 5:39, Jesús mismo advierte a los judíos que es en Él, y no sencillamente en las “Escrituras” donde hay vida eterna.

San Juan 5:39: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;”

Luego, los cristianos tenían que demostrar que Jesucristo era la culminación de las Escrituras, y ellas eran el nuevo Israel.

El modo más sencillo de mostrar esto, era apelar a las profecías del Antiguo Testamento, y mostrar su cumplimiento en Jesucristo. De ahí que en los Evangelios, al narrar los acontecimientos de la vida de Jesús, aparezca frecuentemente la frase “para que se cumpliese lo que fue dicho”.

San Mateo 1:22: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:”

San Mateo 4:14: “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:”

San Mateo 8:17: “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

San Juan 17:12: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.”

San Juan 19:24: “Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados.”

También encontramos la frase “conforme a las Escrituras”.

1 Corintios 15:3: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;”

Este método de interpretación bíblica no fue creado por los cristianos, sino que ya existía desde mucho antes. De hecho, en la misma época de Jesús, hubo varias personas que pretendieron ser ellas mismas el cumplimiento de las profecías. Es decir, que aparecieron muchos llamándose “Moisés”. El argumento poderoso que utilizaban los cristianos para entender los episodios de la vida de Jesús, era la relación con las profecías antiguas. En consecuencia, el método más común para interpretar el Antiguo Testamento, fue el de hallar en él, profecías de los hechos mencionados en el Nuevo Testamento.

Pero esto no bastaba para interpretar todo el Antiguo Testamento, ya que buena parte de él no consistía en profecías que se pudiesen relacionar directamente con el Nuevo Testamento. Por esta razón, algunos cristianos recurrieron a un método de interpretar el Antiguo Testamento, que también ya era conocido entre los judíos y griegos: el método alegórico. Según esta interpretación, hay pasajes en el Antiguo Testamento que no deben entenderse literalmente, sino como una alegoría en la que se expresa una verdad en lenguaje simbólico. El apóstol Pablo utiliza este método:

1 Corintios 9:8: “¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley?”

En la cita anterior, Pablo interpreta la antigua ley judía, “no pondrás bozal al buey que trilla”, no en el sentido literal, “como si Dios se ocupase de los bueyes”, sino en un sentido simbólico.

El método alegórico, sin embargo, no es común en el Nuevo Testamento, pues llevado al extremo, encierra dos peligros serios. En primer lugar, tiende a dejar a un lado el carácter histórico de las narraciones del Antiguo Testamento, y por tanto, puede olvidar que el Dios allí descrito, se revela en la historia, en medio de las acciones de los hombres. En segundo lugar, el método alegórico puede llevar fácilmente a las más absurdas interpretaciones del texto.

Para evitar los riesgos antedichos, la mayoría de los autores del Nuevo Testamento interpretan el Antiguo Testamento mediante una clase de alegoría modificada, llamada “tipología”. Según esta interpretación, los hechos relatados en el Antiguo Testamento son reales, y en ellos Dios se ha revelado. Pero también en ellos Dios dio una señal de los acontecimientos que tendrían lugar en el Nuevo Testamento. Para entender esto mejor, tomemos como ejemplo a Gálatas 4:21-21. Aquí Pablo se refiere “al hijo de la sierva y al de la libre” como una alegoría. Sin embargo, Pablo no niega el hecho histórico que está discutiendo. Al contrario, Pablo da por sentado que lo que se narra en el texto de Génesis, sucedió de verdad; pero entonces le añade al acontecimiento histórico un sentido simbólico: “nosotros no somos hijos de la esclava, sino de la libre”. Otro ejemplo de este método puede verse en 1 Corintios 10:1-11, donde Pablo interpreta la situación histórica de Israel en el Éxodo, como un hecho real que prefiguraba la vida de la iglesia.

En resumen, los escritores del Nuevo Testamento y la mayoría de los más antiguos autores cristianos, veían en la biblia de su tiempo, es decir en el Antiguo Testamento, la palabra de Dios, pero la interpretaban desde un punto de vista Cristo-céntrico. Los pasajes proféticos referentes a Jesucristo, debían entenderse como tales. La alegoría era lícita, y hasta necesaria; pero tanto la profecía como la alegoría, tenían que entenderse a la luz del Señor de la iglesia, quien era para los primeros cristianos el centro de la biblia.

¡Que el Señor nos inspire!

Pastor Álvaro Rolón

 

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