La Fe y El Diezmo

La Fe y El Diezmo

¡Que el Señor nos bendiga!

El Señor Hank Hanegraaff en su libro: “The Bible answer Book ” (El Libro de las Respuestas Bíblicas), y bajo el tema, “Is the Tithe for Today?” (¿Es el Diezmo para Hoy?), dice que sí es para hoy. De la página 74 a la 76, señala algunas citas muy conocidas del Antiguo Testamento sobre el diezmo. El Señor Hank cita lo dicho por Randy Alcorn sobre el acto de diezmar. Randy ha dicho: “tithing may well be regarded as the training wheels of giving”, (Diezmar debe ser considerado como la acción que nos prepara para desarrollar la actitud de dar).

Estoy en desacuerdo con esta expresión citada por el Sr. Hank y pronunciada por el Sr. Randy. Creo que el deseo de dar debe ser producido o inspirado por el agradecimiento a Dios por todo el bien que nos ha hecho. Ese deseo debe tener como base fundamental o fuente inspiradora la fe que ha nacido en el cristiano. Esa fe debe surgir desde lo profundo de nuestro corazón, al comprender, valorar y agradecer el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. La acción de dar no debe ser inducida por formas mecánicas, manipulaciones ni por esfuerzos humanos.

Cuando damos impulsados por manipulaciones humanas, este acto de dar no procede de un dador alegre sino manipulado, y por tanto, no está en línea con la Palabra de Dios. En otras partes de este libro he señalado la necesidad de muchos ministros del evangelio de tratar de alcanzar el grado de fe necesario para confiar en que el Señor tocará las almas y darán alegremente lo necesario. Felicito al Sr. Hank por la sinceridad de su confesión sobre su falta de fe en algunos momentos para diezmar.

Al comienzo de este tema en la página 74 de su libro, confirma y resume lo que he estado recalcando sobre la fe de los ministros en cuanto a la mayordomía de la iglesia. El Sr. Hank confiesa, “I must confess that I personally have not always been faithful in giving a tenth or more to the work of the Lord. And I am not alone”, (Debo confesar que yo personalmente no siempre he tenido la fe de dar la décima parte o más para la obra del Señor. Y yo no soy el único en esto).

El Sr. Hank hace mención de varias citas del Antiguo Testamento referentes al acto de diezmar. Estas citas no las comentaré porque pertenecen a “La Ley” y ya Jesucristo cumplió la ley por nosotros. Ahora estamos en la dispensación de “La Gracia”, de lo cual la ley fue sombra de lo real y verdadero. En la dispensación de la ley, el cumplimiento de estatutos y el obedecer reglas o leyes, era lo requerido por este pacto. Ahora, en “La Gracia”, nuestras actitudes, los frutos de nuestra fe son obras no requeridas por la ley, sino inspirados por el Espíritu Santo que mora en nosotros.

El Sr. Hank cita la escritura que se encuentra en San Mateo 23:23, como prueba de que Jesús reafirma la práctica de diezmar. Dice que Jesús reafirma el diezmar no para ser vistos sino como expresión de una realidad interna. Repito y debo continuar repitiendo, que no estoy en contra de dar, no sólo el diezmo, sino el máximo posible para la obra del Señor. Me reafirmo en que ahora, en “La Gracia” el dar debe ser inspirado por el Espíritu Santo y no por leyes Antiguo Testamentarias. El Señor tiene el poder para tocar corazones y suplir todo lo necesario si se lo permitimos, pero para esto se necesita fe. La cita de San Mateo 23:23 lee como sigue:

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”.

¿A quién está dirigida esta escritura? ¡Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas. ¿Los está felicitando el Señor por diezmar? ¡Hipócritas! ¿Se está dirigiendo el Señor aquí a los cristianos que habían comenzado a vivir en “La Gracia” o a los judíos que vivían bajo La Ley? La ley había que cumplirla completa porque si se fallaba en alguno de sus estatutos, todo lo que se había hecho no tenía ningún valor. Por esta razón Jesús termina este versículo diciéndoles a los judíos: “Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” Porque para ellos si no se ejercitaban en la práctica de la justicia, la misericordia y la fe, y en toda otra exigencia de la ley, el diezmar no les serviría para nada.

La dispensación de “La Gracia”, traída por nuestro Señor Jesús nos abrió hermosa relación espiritual íntima con Dios. Hermanos no retrocedamos a la ley, esto es despreciar “La Gracia” de nuestro Señor Jesucristo, no vendas tu primogenitura.

Que el Señor ilumine y despierte la conciencia de muchos ministros, provocando inquietud en cuanto a este asunto de la mayordomía.

La mentira de Ananías y Safira

Hechos 5:3-4ª: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? Y vendida, ¿no estaba en tu poder?”

El amor y la unidad de la iglesia en Jerusalén era tal, que los que tenían propiedades las vendían y llevaban todo lo obtenido en la venta para ser repartido entre todos. En este contexto, esta iglesia había recibido de nuevo la plenitud del Espíritu Santo. Lo que ellos llevaban era el precio de lo vendido, no era el diezmo, era todo porque eso era lo que le dictaba el corazón. Ese dinero no era usado para construir templos, ni para muchas otras cosas que no mencionaré ahora. Ese dinero era para ser repartido entre ellos mismos y por tanto, no había necesidad económica.

Como nos indica la cita bíblica, los esposos Ananías y Safira vendieron una propiedad. Quisieron hacer creer que ellos también habían llevado todo lo que recibieron de la venta. A la luz de este pasaje bíblico, podemos ver que no era un requisito llevar todo, o nada. El que llevaba lo que tenía, era porque le nacía hacerlo de corazón. Este matrimonio no era sincero, quería vivir de las apariencias. Quizás anteriormente había participado de lo que otros habían llevado y querían hacer creer que ellos estaban haciendo lo mismo.

He escuchado muchas predicaciones donde relacionan este caso con el diezmar y ofrendar. El pecado aquí no tiene que ver con dinero, sino con el engaño y con la mentira.

Por: Pastor Álvaro Rolón​
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