La Mayordomía Financiera

La Mayordomía Financiera

La Mayordomía Financiera

​LA MAYORDOMÍA FINANCIERA EN LA IGLESIA CRISTIANA

Abraham Pagó el Diezmo a Melquisedec

La práctica de dar diezmos ya era muy antigua, y fue conocida aún entre los pueblos no hebreos. Se daba diezmo en ocasiones especiales, tales como ésta, cuando Abraham ganó una guerra y regresó con un botín. Hebreos 7:4 dice que, Abraham sólo diezmó de todo el botín de guerra, es decir, no de todas sus posesiones. Bíblicamente no encontramos evidencias que mencionen a Abraham diezmando antes, ni después de este suceso de Génesis 14:20. Tampoco hallamos a algún sucesor de Melquisedec cobrando diezmos. Podemos resumir que, el caso de Abraham no proporciona evidencia alguna, o base escritural para querer cobrar diezmos, ahora en la dispensación de la gracia.

La Ley de Moisés y el Diezmo

En el libro de Números encontramos la confirmación de los privilegios y responsabilidades otorgados a Aarón y a los Levitas.

“Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión”. Números 18:20-21.

El pueblo de Israel falló en muchas de las leyes establecidas, incluyendo la ley de los diezmos y de las ofrendas. Por esta razón, en el libro de Malaquías encontramos fuertes acusaciones y advertencias dirigidas al pueblo de Israel. Recordemos que el libro de Malaquías pertenece al Antiguo Testamento y fue escrito más de cuatrocientos años antes del comienzo de la Iglesia cristiana.

Hermanos, la revelación de Dios es progresiva. Durante el A.T., la relación de Dios con el hombre exigía el cumplimiento de leyes, cosas materiales, físicas, etc. En el N.T., la relación se torna en sentido espiritual. Ahora la ley de Cristo es el amor y se necesita tener fe. El espíritu Santo de Dios está en nosotros y debemos confiar en que él nos guía a toda verdad y justicia. El ministro debe adquirir una fe que le brinde confianza en que si Dios lo llamó, Él le proveerá. No es necesario manipular con estrategias humanas.

La Mayordomía en La Gracia

En el Nuevo Testamento encontramos que se señala y especifica claramente el asunto de los diezmos.

“Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham”. Hebreos 7:5.

Nosotros los cristianos, no somos hijos de Leví, ni estamos bajo la ley de Moisés. Durante el ministerio de Jesucristo, la gran mayoría de los hebreos no le aceptaron y continuaron perteneciendo a los fariseos, saduceos, etc. Por esta razón, en varias porciones bíblicas, es que nuestro Señor se dirige a ellos duramente.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”. San Mateo 23:23.

Aquí Jesús no se está dirigiendo a sus seguidores, sino a escribas y fariseos que no le habían aceptado. Ellos habían escogido seguir la ley y Jesús les dice que si escogieron la ley, tienen que cumplirla totalmente, incluyendo pagar diezmos.

“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”. Gálatas 3:10.

Los cristianos no estamos bajo la ley de Moisés. Los diezmos pertenecen a la ley, por tanto, los cristianos no estamos obligados a pagarlos. Si pagamos los diezmos que son establecidos por la ley, entonces debemos cumplir con toda la ley. Si no cumplimos con toda la ley, Gálatas 3:10 nos llama “malditos”.

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”. Gálatas 3:13.

Ni Jesucristo, ni los apóstoles, ni la iglesia primitiva cobraron diezmos. Al pasar de los años, los miembros del clero (ministros) comenzaron a ambicionar el cobro de diezmos, al igual que se hacía durante la ley de Moisés. Lucharon por conseguir esta autorización de parte de los gobiernos, hasta que finalmente lo obtuvieron. En el libro, “Historia de la Iglesia Cristiana”, de Williston Walker (Pág. 208), encontramos lo siguiente: “Los diezmos fueron establecidos legalmente por un sínodo franco celebrado en Macon, Francia, en el año 585. Carlo Magno les dio plena sanción legal”.

La pregunta que siempre escucho es la siguiente: “¿Y de qué se va a sostener la Iglesia, si no se pagan los diezmos? La respuesta que siempre doy es la misma: La Iglesia se sostendrá como lo establece la Biblia en la dispensación de la Gracia, en el Nuevo Testamento.

Todos sabemos que mientras estemos en este mundo, tendremos necesidades materiales, incluyendo a la Iglesia de Cristo. El pastor y su directiva deben pedir al Señor que les aumente la fe, para entender que si el Señor les llamó a su servicio, Él les sostendrá en todos los aspectos del ministerio, incluyendo lo económico. El ministro no debe utilizar la manipulación de escrituras ni estrategias humanas para lograr que la gente dé dinero. Bajo la ley de Moisés, esta parte era más fácil de lograr, porque había un estatuto que obligaba al pueblo hebreo a diezmar. En la Gracia, esto es más difícil, porque requiere fe, especialmente de parte del ministro. La Palabra aconseja, estimula y exhorta a cooperar al máximo posible para que la obra del evangelio se extienda.

“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. 2 Corintios 9:6-8. “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”. 1 Corintios 16:2. “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. San Mateo 6:19-21. “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”. Gálatas 6:6. “Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa”. San Lucas 10:7. “Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario”. 1 Timoteo 5:18

Concluyo este escrito, alentando a los ministros del evangelio, y exhortándoles a continuar hacia adelante, entendiendo que el que les llamó, tocará corazones generosos y nada les faltará. Amén.

Pastor Álvaro Rolón

 

 

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