La Obediencia a Dios
En el “Ministerio Liberando al Cautivo, Inc.”, el cual dirijo y pastoreo, nunca se ha pedido dinero absolutamente para nada. Tenemos fe en que esta es una obra de Dios y que si hacemos lo que nos corresponde, es decir predicar el evangelio, confiamos en que el Espíritu Santo tocará corazones. Sin necesidad de utilizar manipulaciones y estrategias humanas, algunos hermanos han sido tocados y han hecho sus ofrendas con alegría y en agradecimiento sincero por todo lo que Dios ha hecho y nos ha dado.
Hermano ministro, medita en esta lectura, ponte delante del Señor, pídele sabiduría y entendimiento y él verá la sinceridad y tu arrepentimiento, y te bendecirá. Que Dios te guíe e ilumine. Amén.
Saúl hace oficio de sacerdote
“Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho, pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle.” 1 Samuel 13:8-10
En el segundo año del reinado de Saúl en Israel, Jonatán atacó a los filisteos. Los filisteos se preparaban para la guerra y Saúl anunció a todo Israel lo que acontecía y ellos también se prepararon. Samuel, sacerdote de Israel, acordó reunirse con Saúl en Gilgal para ofrecer holocausto a Jehová, antes de ir a la batalla. Los días pasaban y Samuel no se presentaba. Los hombres de Israel temerosos al ver la gran cantidad del ejército de los filisteos, habían comenzado a desertar. Saúl se sentía muy presionado y al cumplirse el séptimo día, fecha límite que Samuel había señalado, no esperó más. Pidió a algunos de sus soldados que le llevaran a él holocausto y ofrenda de paz. Saúl ofreció el holocausto y justamente al terminar, llegó Samuel, quien muy alterado le dijo a Saúl sobre el grave error que había cometido. Saúl se disculpó explicándole que su pueblo estaba desertando y que como él no había aparecido, él hizo lo que pensó sería conveniente.
Samuel le advierte a Saúl que no guardó el mandamiento de Jehová. Le dice que por haber violado este mandamiento, ahora su reino no sería duradero.
Si nosotros analizamos este suceso con razonamiento humano, le daremos toda la razón a Saúl. Lo que hizo se justifica para nosotros, porque fue hecho con las mejores intenciones. Saúl no pensó que estaba cometiendo un error muy grande. Su explicación de la razón por la cual no pudo esperar más, convence a cualquiera.
Desde que Saúl fue ungido como rey de Israel, Samuel le advirtió que tenía que prestar atención a lo que decía Jehová. Posiblemente Saúl no le dio mucha importancia a ese consejo. En el momento en que surgió la situación, hizo lo que mejor le pareció.
Este ejemplo debe servirnos para ser muy cuidadosos con lo que hacemos o decimos en el nombre de Jehová. No somos quien para tomarnos la libertad de hacer y deshacer cosas y luego atribuírselas a la voluntad de Dios. Tenemos que confiar en que tener fe en lo que dice el Señor, es lo que conviene y lo que hay que hacer. Sin importar las circunstancias, tenemos que depender del Señor y no de nosotros mismos. Este ha sido otro caso en que las buenas intenciones no han justificado la desobediencia a Dios.
El traslado del arca de Dios
“En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy, por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo.” Deuteronomio 10:8-9
Los filisteos escucharon que David había sido ungido rey de Israel y subieron a buscarlo para pelear contra él. David consultó a Jehová y Jehová le dijo que fuera a la batalla y que Él entregaría los filisteos en sus manos. David fue a la guerra y sucedió como le había dicho Jehová. Luego los filisteos regresaron a pelear y David, dirigido por Jehová, volvió a vencerlos. David partió del lugar donde acampaba, llevando consigo el arca de Dios. Para transportar el arca, David en agradecimiento a Jehová, usó un carro nuevo. David y todo el pueblo iban al frente del arca, danzando y festejando delante de Jehová. En un momento dado, los bueyes que llevaban el carro donde iba el arca comenzaron a tropezar. Uza, uno de los que conducían el carro, sostuvo el arca y en ese mismo instante murió.
En Números 4:1-15, Jehová especifica detalladamente cómo y quiénes harían todos los preparativos para mudar el arca, y a los hijos de Coat les correspondía transportarla solamente, pero sin tocar nada santo. El arca tenía que ser transportada a mano por los sacerdotes y no en carro de bueyes.
David cometió el error de copiar lo que hicieron los filisteos cuanto tuvieron el arca con ellos por siete meses. Los filisteos pensaron que teniendo el arca de Dios, tendrían las mismas bendiciones que el pueblo de Israel, pero al contrario, les produjo maldición. Entonces hicieron un carro nuevo y devolvieron el arca. Esto es narrado en 1 Samuel capítulos 5-6.
A veces lo mejor que nosotros queremos hacer para agradar a Jehová, no es lo que Él ha demandado. Aunque nos parezca que sería mejor hacer las cosas de un modo diferente al que el Señor ha dicho, debemos cumplir con su voluntad. David estaba tan agradecido de todo lo que había hecho Jehová, que le pareció mejor llevar el arca en un carro nuevo que a mano.
Hermanos y amigos, aunque para nosotros no tenga sentido, es preferible hacer la voluntad de Dios, que seguir nuestras mejores y geniales ideas. Dios prefiere la obediencia a Él, que nuestros mejores deseos; no alinearnos con su voluntad, nos puede traer resultados catastróficos.
Si analizamos y juzgamos la acción de Uza al coger el arca para que no se cayese, nos parecerá un acto de respeto y reverencia. El resultado de hacer lo que él creyó conveniente, fue su muerte. En las cosas de Dios es mejor obedecer que tener un buen razonamiento. Son muchos los ministros que hoy en día, como Uza, ponen sus “buenos deseos” sobre la voluntad de Dios. Esta temeridad traerá muy malos resultados para el pueblo de Dios. En ocasiones por dejarse guiar por sus “buenos deseos”, hacen mucho daño a la iglesia de Jesucristo.
Permita el Señor que estos ejemplos de desobediencia y sus resultados, sirvan para que algunos ministros de Dios revisen sus actividades. Ya hemos visto que las consecuencias de no estar atento a la voluntad de Dios, nos pueden causar pérdidas irreparables. Que Dios nos ilumine y que tengamos el deseo y la voluntad de agradarle en espíritu y en verdad.
El amor de Pedro
“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” San Mateo 16:21-23
Cuando se acercaba el tiempo de ser crucificado, nuestro Señor Jesucristo comenzó a declarárselo a sus discípulos. Él conocía a lo que se iba a enfrentar como humano. Aunque sabía que toda esta situación le causaría un dolor terrible, sin importar las circunstancias continuaba haciendo la voluntad del Padre. Como humanos y por el amor que le tenían, sus discípulos debían estar muy sentidos. Pedro, como siempre impetuoso, expresivo, no puede callar y le aconseja al Señor que no vaya. Desde el punto de vista humano, esta es una expresión de amor genuina. Estando por todo este tiempo al lado del Señor, compartiendo tantas experiencias, la expresión de Pedro era muy natural. Posiblemente los otros discípulos estaban pensando igual, pero Pedro no dejaría que nadie se le adelantara. Imagino la reacción de Pedro cuando escucha al maestro corresponder a su declaración de fidelidad. Pensaría que nuestro Señor no sabía agradecer su buen deseo. ¿Cómo es posible que me dirijo a Él con todo mi corazón y Él me insulta? ¿Qué mal he hecho con desearle el bien? Estas y otras preguntas similares quizás estuvieron en la mente de Pedro.
No hay buenos deseos, ni buenas intenciones que puedan engañar a nuestro Señor. Cristo sabía que Satanás había puesto esa idea en la mente de Pedro. Mientras pensaba en esta porción bíblica, llegaba a mi mente una serie de preguntas. ¿Cómo es posible que estando Pedro frente a frente al maestro, pudo haber sido influenciado y usado por Satanás? ¿Sucederá este tipo de situaciones con los ministros de Dios si se descuidan? En el caso de Pedro, el que estaba allí era Jesucristo, a quien Satanás no puede engañar. ¿Qué sucederá cuando un ministro es influenciado y los hermanos de su congregación no tienen el don de discernimiento? Creo que en estos casos es cuando vemos que iglesias enteras se ven envueltas en terribles escándalos.
Hermanos y amigos, es muy difícil ver la maldad en este caso de Pedro. Su intención, aparentemente ha sido la mejor, pero no era la voluntad de Dios. Si Jesucristo no hubiese sido crucificado, ¿qué sería de nosotros? Por cuanto nuestros pensamientos no son los pensamientos del Señor, en lugar de estar actuando por nuestra cuenta, mejor nos conviene buscar y hacer la voluntad de Dios. Si Dios ha dicho que se hagan las cosas de una manera, ¿para qué quererlas hacer a la nuestra? Nuestras malas decisiones sólo traerán caos al pueblo de Dios. Hagamos la voluntad de Dios y no lo que nosotros pensamos que sería lo mejor.
Israel prefiere rey a Teocracia
“Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.” 1 Samuel 8:5
Samuel había envejecido y tuvo que poner sus hijos como jueces en Israel. Ellos se corrompieron y eran una vergüenza para el pueblo de Israel. Se dejaban sobornar y cometían todo tipo de delitos y pecados. Viendo esto, el pueblo se sentía traicionado y disgustado con este tipo de gobierno. No deseaban tolerar más los abusos de los hijos de Samuel. Se reunieron los ancianos para discutir la situación, y decidieron hablar cara a cara con Samuel. Ellos veían que era el único pueblo que tenía aquel sistema de gobierno, pues las demás naciones tenían un rey. Se reunieron con Samuel para referirle el problema y le hicieron una petición. Con el argumento de la condición física de Samuel, que ya estaba viejo y sus hijos no andaban por buenos caminos, le pidieron que les constituyera un rey como lo tenían las demás naciones. Samuel, profeta de Dios, conociendo la voluntad de Dios, se disgustó con esta petición del pueblo. Samuel sabía la verdad sobre sus hijos, pero él descansaba en la voluntad de Dios y dejaba que fuese Dios el que tratara con la situación de sus hijos. Ahora se le había lanzado un reto y tenía el deber de contestar al pueblo. Como era su costumbre y su deber, Samuel oró a Jehová para escuchar su voluntad. “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.” 1 Samuel 8:7.
Aunque no era su voluntad, Jehová le permitió a Israel tener rey. Leyendo sobre los diferentes reyes que tuvo Israel, te darás cuenta por qué Jehová no quería que su pueblo fuera como las demás naciones paganas. Por otro lado, en este caso vemos que la preocupación del pueblo de Israel era genuina. Ellos tenían razones para sentirse en desacuerdo con la conducta de los hijos de Samuel. Velando por el bienestar y la seguridad del pueblo, los ancianos de Israel tomaron una decisión. En su razonamiento humano, quisieron escoger la mejor alternativa, pues la otra opción era continuar bajo la dirección de aquellos hombres corruptos, lo cual no era sabio, según su opinión. Aunque las peticiones de los ancianos y todo lo dicho anteriormente suene justo y lógico para la mente humana, esa no era la voluntad de Jehová. Cuando en la vida se nos presenten situaciones, en las cuales tengamos que asumir posiciones, en lugar de hacer lo que a nosotros nos parezca correcto, tenemos que buscar la voluntad de Dios y ejecutarla.
En este pasaje bíblico queda establecido que sin importar cómo analicemos las cosas, debemos hacer lo que Dios quiere y no lo que nosotros conceptuamos como bueno. Son muchas las decisiones que ministros y otros líderes conciliares y de iglesias toman por su propia cuenta, usando el nombre del Señor como excusa y sello. Es tiempo de dejar de hacer lo que creemos es la voluntad de Dios y buscar la verdadera.
Resumen
El fin que persigo con los ejemplos anteriores, es dejar establecido que usted podría estar haciendo algo consciente o inconscientemente, que está en contra de la voluntad de Dios. En los cuatro casos ligeramente discutidos, podemos ver las buenas intenciones de quienes causaron los hechos. El punto que deseo resaltar aquí es acerca del cumplimiento de la ley del diezmo, estando actualmente en la dispensación de La Gracia. Al igual que en los cinco casos mencionados anteriormente, muchos ministros podrían dar sus razones muy sabias y bien intencionadas. Esto mismo fue lo que se hizo en los cinco casos presentados. Los ministros de La Gracia debemos depender del Espíritu Santo y no de nuestras propias habilidades. Esta aseveración la seguiré repitiendo en otros segmentos. Amén.
Por: Pastor ALVARO ROLÓN