La salvación Eterna y El Mundo

La salvación Eterna y El Mundo

La salvación Eterna y El Mundo

Introducción

Creo que este es uno de los temas más controversiales en la teología. Algunos teólogos y estudiosos de la Biblia creen que la salvación se puede perder. Otros opinan que una vez que una persona acepta a nuestro Señor Jesucristo como su único y exclusivo Salvador, recibe la salvación para siempre. Hay un tercer grupo que evade tener que aceptar una de estas dos posiciones, y en ocasiones confiesan que no están seguros de cuál es la realidad.

Los que creen que la salvación se puede perder, basan su opinión en varias porciones bíblicas. Paso a mencionar algunas de las citas bíblicas más comúnmente usadas por los que defienden y se sostienen en la idea de que una vez que recibes la salvación, no la perderás bajo ningún concepto:

“Porque en esperanza fuimos salvos”. Romanos 8:24ª

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Efesios 2:8

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Romanos 1:16ª

“Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Colosenses 2:12-15.

El punto más fuerte, que generalmente es señalado por los defensores de la salvación permanente, es que la salvación eterna es una cosa y mientras estamos vivos, la salvación es otra.

La Salvación Terrenal

La salvación condicionada es la que disfrutaremos durante nuestras vidas, si nos mantenemos apartados del pecado. Perder esta salvación significa que tendremos que pagar las consecuencias de pecados cometidos. Mantener o perder esta salvación depende de la manera como vivamos.

“el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” 1 Corintios 5:5.

Este es un buen ejemplo de la diferencia entre “salvación eterna y terrenal”. La destrucción de la carne es la pérdida de la “Salvación Terrenal”. Aquí podemos ver las consecuencias del pecado en acción. También podemos ver que a pesar del pecado cometido, este individuo no perderá la “Salvación Eterna”, “a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”.

Creo que se puede disfrutar de la salvación en vida y la eterna al mismo tiempo. Si luego de haber aceptado a nuestro Señor Jesucristo como único y exclusivo Salvador nos mantenemos en comunión con Él, disfrutaremos de la salvación en sus dos manifestaciones. Si por el contrario, luego de haber aceptado a Jesucristo como Salvador volvemos atrás, perderemos “recibir las bendiciones del Señor y pagaremos las consecuencias del pecado y ahí es donde perdemos la salvación que disfrutamos aquí y ahora.

Hay una serie de citas bíblicas que se refieren a esta última situación en particular. Estas son las mismas porciones de la Palabra que ofrecen un reto para su interpretación y aplicación. A continuación cito algunos ejemplos referentes a la “Salvación Terrenal”:

“Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!” San Mateo 8:25

La Salvación Terrenal se puede referir a diferentes circunstancias. En este caso, es el peligro que enfrentan los discípulos en una barca y bajo una gran tempestad. El Señor calmó la tempestad y de esa manera ellos fueron salvados.

“Si tocare solamente su manto, seré salva”. San Mateo 9:21

En este pasaje, una mujer que padecía un flujo de sangre, deposita toda su confianza, su fe, en nuestro Señor Jesucristo. Aquí, en lugar de sanidad física, ella utiliza el término salva.

La cita bíblica que señalé en los ejemplos de Salvación Eterna, 1 Corintios 5:5, es uno de los mejores casos donde podemos ver más claramente la diferencia entre Salvación Eterna y Salvación Terrenal. Otro buen ejemplo que ilustra la Salvación Terrenal es cuando el apóstol Pablo se encuentra en la lucha entre la carne y el espíritu.

“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí”. Romanos 7:19-20.

Estas son sólo algunas de las muchas porciones bíblicas que contienen el concepto de Salvación Terrenal.

Hermanos, la Palabra de Dios no se contradice. Dios no es un Dios de confusión. Cuando surge este tipo de reto, la mejor manera para tratar de resolverlo es doblando rodillas ante el Señor y pedirle entendimiento y sabiduría. Eso es lo que Dios espera de nosotros y entonces nos revelará la verdad contenida en esos mensajes. Amén.

La Salvación Eterna y la Terrenal

En la Biblia encontramos varias palabras, cuyo significado depende del contexto donde se están usando. Por ejemplo, “La Muerte”, “La Voluntad de Dios”, “Los Juicios”, y especialmente “La Salvación”, etc.

Cuando en algún texto bíblico se habla de la muerte, lo primero que debemos buscar en el contexto es, de qué muerte se está hablando. Puede estar refiriéndose a la muerte en delitos y pecados, en que nos encontrábamos antes de conocer al Señor. El texto puede estar hablando de la muerte física o de la muerte espiritual que es para perdición eterna. Si no buscamos el verdadero mensaje de la Palabra a través del contexto, podemos cometer graves errores al referirnos a dicho pasaje bíblico en que se encuentre.

Relación entre la Salvación Eterna y la Terrenal

“Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.” San Juan 11:43-44

Lázaro, hermano de Marta y de María, había muerto hacía cuatro días y ya hedía. Jesús, profundamente conmovido, pide que muevan la piedra de la entrada de la tumba. La piedra es removida y Jesús llama a Lázaro: “¡Lázaro, ven fuera!” Lázaro sale de la tumba, pero con las manos y los pies vendados. Jesucristo pide a los que le rodean: “desatadle y dejadle ir.”

La muerte de Lázaro y como consecuencia del tiempo que había transcurrido, la fetidez que salía de su cuerpo, semejan la condición en que nos encontramos antes de conocer y aceptar al Señor como nuestro Salvador. Remover la piedra representa la preparación del ambiente o la presentación del evangelio a alguien que no lo conoce. El llamado de Jesús a Lázaro para que salga de la sepultura, es la dádiva de Dios, de la Salvación Eterna. Lázaro ha pasado de muerte a vida, al igual que nosotros cuando el Señor nos llama y respondemos a su llamado, como en el caso de Lázaro, que salió de la sepultura cuando fue llamado. Lázaro salió y tenía vida, pero estaba atado. Para mí, cuando él salió de la tumba vivo, representa recibir la Vida Eterna al aceptar el llamado del Señor. Las ataduras, son todas las cosas malas de las cuales tenemos que apartarnos cuando aceptamos a Cristo. Aunque tengamos la salvación eterna, que es un don, un regalo del Señor, necesitamos ser desatados de las malas costumbres y de todo lo malo que pertenecían al viejo hombre. Jesús podía desatar a Lázaro si así lo deseaba, pero no lo hizo.

Una vez que somos liberados del pecado y que comenzamos a crecer espiritualmente, empezaremos a disfrutar de la “Salvación Terrenal”. Esta es la que gozamos cuando nos mantenemos limpios delante del Señor y como resultado, seremos librados de sufrir las consecuencias del pecado. Deseo aclarar que a veces en nuestras vidas pueden ocurrir cosas o situaciones aparentemente negativas, que no necesariamente tienen que ser consecuencias de pecados. Estas cosas que no nos agradan y que consideramos malas, podrían ser oportunidades que Dios nos da para nuestro crecimiento.

En lugar de desatar a Lázaro, Jesús pidió a los allí presentes, “desatadle y dejadle ir”. Ese es el mandato para la iglesia. Cuando aceptamos al Señor, recibimos la Salvación Eterna. Luego la iglesia tiene que hacer su parte, para que el nuevo convertido pueda recibir y disfrutar también de la Salvación Terrenal. La iglesia tiene el deber de enseñar a esa persona, tiene que discipularle.

Aquí vemos que Lázaro estaba atado y aunque estaba vivo, él mismo no podía hacer nada para desatarse. Alguien tenía que hacerlo y ayudarle a limpiar para librarse de aquel hedor. Igualmente, cuando alguien se convierte, en la iglesia debe haber hermanos con ministerios capaces de desatar y echar fuera demonios, para ministrar liberación a esta persona. No podemos esperar que la misma persona que acaba de convertirse, tenga la sabiduría y conocimiento para desatarse de las cadenas que le aprisionan.

Para cumplir con este mandato del Señor, “desatadle y dejadle ir”, necesitamos ministros consagrados al Señor, que tengan autoridad para dar órdenes a los demonios. Si tu iglesia carece de ministerios de liberación, pídanle al Señor y Él se los dará. No debemos permitir en nuestras iglesias, que el Señor llame a alguien y que no estemos capacitados espiritualmente para desatadle. Es nuestro deber mantenernos preparados para que después de que el Señor haga el llamado y la persona responda, poder desatadle para que disfrute también de la vida terrenal.

“Desatadle y dejadle ir”, se puede aplicar a ser liberado del egoísmo. Creo que despojarse de las cosas materiales es una de las ataduras más difíciles de quebrantar. Las necesidades materiales, la condición económica en que la mayoría de las personas vivimos, nos requieren tener una verdadera fe para dar con alegría de lo que tenemos. La Palabra nos dice que la fe viene por el oír de la Palabra de Dios. Los pastores debemos orar al Señor, para que ponga en nosotros palabras y mensajes que aumenten la fe en los hermanos. Debemos exponer la palabra que nos llega de parte del Señor y dejar que sea el Espíritu Santo quien mueva a las personas a ofrendar alegremente. Una persona verdaderamente tocada por el Señor, puede aportar más y con alegría, que una persona manipulada. Tarde o temprano, la persona manipulada se arrepentirá de lo que dio, porque no lo hizo con alegría. Ese arrepentimiento le puede llevar a no querer saber más de la iglesia ni de Dios. Si tratamos este asunto tan delicado por nuestras propias fuerzas, serán muchas cosas las que estaremos arriesgando. Una de las que podríamos estar poniendo en peligro, es la “Salvación Terrenal” del hermano. Los pastores también tendremos que dar cuentas al Señor de nuestros actos.

Pastor Álvaro Rolón

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