La Salvación Instantanea y Como Proceso
La salvación eterna la recibimos instantáneamente, en el momento en que aceptamos a nuestro Señor Jesucristo como nuestro único y exclusivo Salvador. Como partes o atributos de esta salvación eterna, también recibimos santificación, reconciliación, redención, justificación, regeneración, etc., que se logrará a través de un proceso. Esta salvación eterna y sus partes o componentes no dependen de nuestras obras ni de ninguna otra cosa, porque la hemos recibido por gracia… es un regalo de Dios; es gratis para nosotros, pero eso no la convierte en una salvación barata, pues Jesucristo pagó un alto precio en la cruz del Calvario.
Mientras estemos en este mundo con este cuerpo carnal, tendremos que bregar con la salvación terrenal y las partes mencionadas, pero como un proceso; pero a partir de este mundo, todas estas partes serán realizadas en su totalidad. Dependiendo de la forma o manera en que usemos los talentos que el Señor nos ha dado, y obedezcamos al Señor, así mismo disfrutaremos o sufriremos en nuestra vida terrenal. A esta salvación y sus partes como proceso, le he llamado “la salvación terrenal”, porque se realiza aquí en la tierra. Cuando perdemos esta salvación terrenal, puede ser sólo por algún tiempo que queda rota la comunión con Dios. Como resultado, tendremos que pagar las consecuencias del pecado aquí en la tierra. Cuando nos arrepentimos y pedimos perdón a Dios en el nombre de Jesús, somos perdonados y volvemos a disfrutar de esa salvación terrenal.
Si nos mantenemos fuera de la voluntad de Dios y seguimos viviendo así en este mundo después de haber recibido la salvación eterna, pagaremos por nuestro pecado. La misericordia de Dios podría permitir que muramos antes del tiempo que podríamos vivir bajo otras circunstancias, es decir, que el Señor acelerará nuestra partida de este mundo. Como ejemplo de esta situación, tenemos a:
1 Corintios 11:27-30: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.”
Es interesante notar que aquí dice, “duermen”. Creo que así, el Señor nos quiere dejar claro que esa persona no ha perdido su salvación eterna. En este caso, cuando estemos en la presencia del Señor, ante el tribunal de Cristo, seremos avergonzados y perderemos nuestros galardones. Todo esto será durante ese proceso, pero inmediatamente después nos dice:
Apocalipsis 21:3-4: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”
No perderemos nuestra salvación eterna, porque esta fue un regalo que recibimos al aceptar a Cristo, para la cual no tuvimos que pagar ni hacer nada, y por tanto, tampoco la perderemos por nada.
Como dije anteriormente, la salvación eterna no depende de la salvación como proceso. La salvación como proceso es una forma en que podríamos comenzar a disfrutar parte de la salvación eterna aquí en la tierra, aún con nuestros cuerpos carnales. Disfrutar de la salvación terrenal o no, depende de la forma en que vivamos, es decir, en obediencia a Dios o en desobediencia.
Algunos ministros me han dicho que podría hacer daño predicar esta salvación eterna así, como nos la presenta la Biblia. El daño al que se refieren, es que mucha gente podría aceptar al Señor y luego apartarse, porque entenderían que no importa lo que hagan, bueno o malo, sabrían que al morir serán salvos. Mi respuesta a esos ministros es que yo no creo que eso pueda suceder. Entiendo que una persona que acepta a Jesucristo verdaderamente de corazón, jamás pensará así. La Palabra nos dice que al aceptar al Señor, somos sellados con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo dentro de nosotros, comenzará a trabajar en todo nuestro ser. Cuando vengan malos pensamientos y tentaciones del viejo hombre, el Espíritu Santo nos redargüirá. Podrán llegar momentos en que nos descuidemos y caigamos en el error. El que esto suceda no significa que lo hayamos hecho porque pensemos que eso no importa, porque a la larga seremos perdonados. Eso podría suceder porque todavía estamos en este cuerpo, y tenemos que continuar batallando con todas estas cosas malignas. Si caemos en algún pecado por descuido, nuestro Señor Jesucristo está listo para ayudarnos a salir de ese pecado, y si pedimos perdón en el nombre de Jesucristo, seremos perdonados. Esto tampoco implica que no pagaremos aquí en la tierra las consecuencias del pecado. Creo que esta es la parte que algunos ministros no han logrado comprender, es decir, que pagaremos las consecuencias del pecado, aunque seamos perdonados por Dios. Estas son dos cosas completamente diferentes: el perdón que recibimos de Dios, y la paga de las consecuencias del pecado.
Mientras estemos vivos, involuntariamente podríamos caer en varias ocasiones, pero lo importante es no quedarnos caídos. No importa cuántas veces caigamos, Jesucristo está listo para ayudarnos a levantar. Sé que a muchos ministros no les gusta predicar sobre la salvación de esta manera, pero así es que nos la presenta la Biblia. Si yo pienso que al predicar esto así, estoy estimulando al cristiano a pecar, entonces estoy diciendo que el Espíritu Santo que inspiró las escrituras está equivocado. Yo estaría diciendo que mi forma es mejor y más efectiva que la del Espíritu Santo. Debemos cuidarnos de lo que nos dice nuestro sentido común.
Ministros, hermanos, no importa cuánto hayamos estudiado la Palabra, y cuántos diplomas tengamos, jamás podremos comparar nuestro conocimiento con la sabiduría de Dios, con la revelación del Espíritu Santo a través de la Biblia.
Para resumir, recuerda que la salvación y todas sus diferentes partes o manifestaciones, tales como la santificación, redención, reconciliación, justificación, regeneración, etc., ocurren de dos maneras, que son la instantánea y la procesal. Tanto la salvación como todas sus partes señaladas anteriormente, ocurren instantáneamente en el momento en que aceptamos a nuestro Señor Jesucristo. Cuando esta salvación ocurre instantánea, le llamamos salvación eterna. La salvación procesal es la que yo llamo salvación terrenal, porque ocurre mientras estamos con este cuerpo aquí en la tierra. Esta salvación terrenal es la que depende de cómo vivamos u obedezcamos al Señor. La salvación eterna no depende de la salvación terrenal; es gratuita, es un regalo y no es por obras.
¡Que el Señor les bendiga y les ayude a digerir esta palabra. Amén!
Pastor Álvaro Rolón