La Salvación Presente y Futura
Mi propósito con este estudio es lograr que muchos cristianos entiendan cómo funciona la salvación que ya hemos recibido en este mundo, y cómo será cuando estemos con el Señor.
Aunque la mayoría de los cristianos creen o dicen que la biblia es fácil de entender, yo no lo creo así. Hay ministros que entienden el verdadero mensaje de la Palabra de Dios, pero no les conviene para sus propósitos enseñarlo así a su congregación. Cuando usted lee una porción bíblica, debe asegurarse para qué tiempo será el cumplimiento del mensaje dado.
Este mensaje puede ser para llevarse a cabo ahora, en este mundo, o para nuestro futuro en la vida eterna. Generalmente, los mensajes o promesas que son para la vida eterna, se comienzan a desarrollar o a llevarse a cabo aquí, en este mundo, pero los disfrutaremos plenamente en la eternidad. A mayor sujeción con que vivamos la Palabra de Dios, comenzaremos a disfrutar más de las promesas para la vida eterna aquí en este mundo, pero allá la disfrutaremos totalmente.
Ahora deseo tratar de explicar lo que quiero expresar, cuando digo que debemos asegurarnos, para qué tiempo es o será el cumplimiento de la promesa contenida en alguna porción bíblica.
Trataré de aclarar lo expuesto anteriormente utilizando la siguiente analogía:
Esta era una familia muy rica, millonaria, que tenía tres hijos menores de edad. Los padres fallecieron en un accidente. Los niños continuaron disfrutando de las buenas cosas que su edad les permitía. Los administradores estaban a cargo de velar por el bienestar de ellos. Los mayorcitos sabían sobre sus grandes riquezas, y querían comprar autos lujosos. Aunque eran millonarios y toda esa riqueza era de ellos, todavía no habían recibido su herencia. Tenían que esperar a su mayoría de edad para poder disfrutarla, como ellos deseaban.
Esta historia podría aplicarse a nosotros los cristianos. Hay una gran cantidad de bendiciones que nosotros hemos recibido ya, de nuestro Padre Celestial, a través de nuestro Señor Jesucristo. Deseo recalcar que estas bendiciones ya son nuestras, pero tenemos que esperar para cuando estemos allá, con el Señor para disfrutarlas plenamente. Este es el mismo caso de los niños, que aunque eran millonarios, tenían que esperar a su mayoría de edad para poder disfrutar su herencia plenamente.
Nosotros tenemos que esperar a estar con el Señor para disfrutar a plenitud de las bendiciones que ya son nuestras.
Hermanos, aunque muchos ministros repiten que ya nosotros no tenemos que realizar obras, quiero recordarles que las obras no son para nuestra salvación, porque ya Jesucristo pagó por ella. Nuestro Señor, antes de ascender al cielo nos dejó la gran comisión.
San Marcos 16:15 dice: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
Paso a señalar algunas citas bíblicas que pueden arrojar luz sobre lo dicho anteriormente:
1 Juan 3:2-3 dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro.”
Fíjese que aquí se nos señala que, “aunque ya somos hijos de Dios, aún no se ha manifestado lo que hemos de ser.” Para nosotros ser semejantes al Señor, primero Él tiene que manifestarse. El Señor se manifestará cuando ocurra el levantamiento de la iglesia.
1 Tesalonicenses 4:16-17 nos revela:
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
En esta porción bíblica queda aclarada la manera en que el Señor se manifestará. Entonces seremos semejantes a Él. Por tanto, la Palabra señala:
Romanos 8:22-23: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
Hermanos, nuestra redención y adopción espiritual ya se realizó, cuando nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz del Calvario. Físicamente aún estamos en este mundo con nuestro cuerpo material. Mientras estamos aquí, continuaremos sufriendo las consecuencias de este mundo caído. Gemimos esperando el día en que nuestro cuerpo sea redimido y moremos con el Señor.
Romanos 8:15-17: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados.”
Hermanos, la porción anterior nos dice que ya recibimos el espíritu de adopción, ya somos hijos de Dios. Si padecemos juntamente con Cristo, juntamente con Él seremos glorificados. Entiendo que aquí se nos requiere que, “si padecemos juntamente con Cristo, juntamente con Él seremos glorificados.” Aquí entiendo que se refiere al futuro, es decir, cuando estemos con el Señor.
1 de Pedro 1:3-7 dice: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en balanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.”
Hermanos, con esta escritura y otras, deseo recalcar que casi todas las promesas del Señor para nosotros, serán realizadas en el tiempo postrero como lo señala esta escritura.
2 Timoteo 2:11-13 explica: “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si le negamos, él también nos negará. Si fuéramos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.”
Hechos 14:22b nos recuerda que: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.”
2 Corintios 6:3-6 explica: “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero.”
Quizás pensamos que esta última cita es muy extensa, pero yo creo que todo esto tiene el propósito de enfatizar o describir el genuino carácter de un verdadero ministro del Señor. Es bueno recordar y saber que todas las malas experiencias, sufrimientos, etc., que pasamos en esta vida, no es comparable con la gloria venidera. Recomiendo tener presente que llegará el tiempo de gozarnos con el Señor, pero todavía no es ese tiempo.
Hermanos, debemos escudriñar toda la escritura, porque a veces podemos encontrar citas bíblicas que nos pueden confundir. Deseo presentarles aquí una escritura que quizás tenga atemorizados a algunas personas.
2 Pedro 3:7 nos advierte: “pero los cielos y la atierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.”
Este pasaje bíblico no lo debemos interpretar muy a la ligera. Aquí Pedro dice claramente que este fuego es para los impíos. Si leemos el capítulo completo, podremos descubrir lo que Pedro nos desea comunicar. Aquí Pedro se está refiriendo a la Gran Tribulación, y en especial a la Guerra del Armagedón. Si observamos más adelante en este mismo capítulo, 2 Pedro 3:13, nos consuela explicándonos lo que pasará con nosotros los cristianos.
2 Pedro 3:13 nos consuela diciendo: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
Luego de este versículo, la Palabra continúa alentándonos a continuar hacia adelante. Nosotros no tenemos por qué temer, porque cuando todas estas cosas negativas sucedan, estaremos en el paraíso, celebrando las bodas del Cordero. Amén.
1 Corintios 15:42: “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, y se resucitará en incorrupción.
1 Corintios 15:44: “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual.”
En esta escritura podemos entender claramente, que se está refiriendo a los cuerpos glorificados con los cuales los cristianos seremos transformados y resucitados. Entonces nos iremos con el Señor en el levantamiento de la iglesia y disfrutaremos a plenitud de todas las promesas y bendiciones que hemos recibido.
Hermanos, nuestros pecados pasados, presentes y futuros fueron perdonados cuando Jesucristo derramó su sangre y murió en la cruz del Calvario. Cuando Jehová Dios nos mira, Él nos ve puros y limpios, porque en lugar de vernos a nosotros, Él ve a Jesucristo. Todo esto es algo espiritual. Si alguno de nosotros muere en cualquier momento, nos vamos con el Señor. Por esta razón, la Palabra de Dios nos llama santos. Todo depende a qué dimensión nos estamos refiriendo.
1 Juan 3:6: “Todo aquel que permanece en Él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”
1 Juan 3:9: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en Él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”
La situación es diferente mientras estamos en este mundo. Aquí seguimos siendo pecadores, pero en una forma distinta a los pecadores que no han aceptado al Señor. Nosotros somos pecadores arrepentidos, o sea, que no practicamos el pecado. La carne, la concupiscencia que mora en nosotros nos hace cometer actos pecaminosos.
1 Juan 1:8-9: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado le hacemos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”
1 Juan 2:1: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”
Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Hermanos, está muy claro, “la paga del pecado es muerte.” Por esta razón es que nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz para pagar por nuestros pecados. Debemos tener muy presente que Jesucristo pagó por nuestros pecados ante Dios. Aquí en este mundo, ante la gente, pagaremos las consecuencias de nuestros pecados.
Mientras estemos en este mundo, somos llamados a esforzarnos por crecer espiritualmente. Hay ministros que predican que ya nosotros los cristianos tenemos todo por “Gracia”. Que no necesitamos realizar ninguna obra, porque nuestra salvación es por fe, sin obras. En cierto modo tienen razón, pero les recomiendo que vuelvan a leer la biblia, escudriñándola.
Filipenses 3:12-14 explica: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
San Lucas 13:24 aconseja: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán.”
1 Corintios 16:13 sugiere: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.”
2 Timoteo 2:1 recomienda: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.”
2 Timoteo 2:3 dice: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”
1 Pedro 5:8-9 recomienda: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.”