La Vida En El Reino

La Vida En El Reino

La Vida En El Reino

Los cristianos debemos vivir con los pies sobre la tierra, pero con la mente en el cielo. Esta es la única manera de comenzar a vivir en el reino, aunque por ahora estemos en la tierra. Cuando leemos la Palabra de Dios, nos encontramos con tantas cosas que nos parecen fantasías, porque en realidad no podemos entenderlas. Para poder penetrar en esa atmósfera divina, tenemos que envolvernos en un ambiente espiritual, que nos abra las puertas del cielo. En la Palabra de Dios hay muchas promesas sobre diferentes milagros y maravillas que los cristianos podemos hacer, usados por el Espíritu Santo. Para que todo esto se pueda realizar, tenemos que trascender espiritualmente a las alturas, poniendo nuestra mente, alma y todo nuestro ser, ante la presencia del Señor. Son muchas las promesas de nuestro Señor Jesucristo sobre la vida en el Reino.

El conocimiento del evangelio, de su sana doctrina, nos abre las puertas del reino de los cielos. Tenemos que saber que nuestra ciudadanía no es de este mundo, desde el momento que recibimos al Señor. En ese momento nacemos de nuevo como nos explica la Palabra.

San Juan 3:3: “… De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”

Aquí el apóstol señala el requisito para ver el reino de Dios. Hay que nacer de nuevo, de agua y del Espíritu, para poder entrar en el reino de Dios. De agua, porque después de aceptar a nuestro Señor, tenemos que ser bautizados. Luego del bautismo en agua, recibimos al Espíritu Santo.

San Juan 3:5: “…De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”

Desde el momento en que recibimos al Señor y somos bautizados en agua, somos separados para el Señor, somos santos. A medida que aprendemos más sobre el evangelio, aumenta nuestra relación con la atmósfera del reino. Este reino ha estado preparado desde el principio de todo, para nosotros los hijos de Dios.

San Mateo 25:34: “… Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.”

A veces nos envolvemos tanto en las cosas materiales de este mundo, que se nos hace difícil entender y aceptar las cosas espirituales. Nosotros debemos relacionarnos cada día más con las cosas espirituales, para poder mantenernos más alineados con lo establecido por nuestro Señor. Debemos mantener un estilo de vida diferente al mundo. Nuestra prioridad debe ser acercarnos más y más al reino de Dios.

San Juan 1:12-13: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

1 Corintios 4:15: “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.”

Nuestro estilo de vida debe ser diferente al del mundo. Nuestra conducta debe estar de acuerdo con nuestra ciudadanía, que está en los cielos. Para nosotros, este mundo es algo pasajero. La eternidad es nuestro futuro fin. Aquí somos peregrinos y extranjeros, es decir, estamos de paso por este mundo. Mientras más afirmes tu estadía aquí, más difícil se te hará conectarte con el reino de Dios y su justicia. Hablando sobre los héroes de la fe, la Palabra nos dice que:

Hebreos 11:13: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.”

1 Pedro 2:11: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,”

No somos residentes permanentes de este mundo. Nuestra alma combate con las pasiones carnales que nos persiguen y nos acosan. Nuestra responsabilidad es resistir las tentaciones y serle fiel al que nos dio salvación y vida eterna. Los grandes hombres de Dios del pasado, anhelaron recibir lo que nosotros tenemos.

1 Pedro 1:10-11: “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

El Señor nos ha bendecido con un privilegio que no tuvieron las grandes figuras de las escrituras del pasado.

San Mateo 11:11: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”

Los cristianos hemos recibido un privilegio, al ser convertidos en hijos de Dios y ciudadanos del reino de los cielos. En San Mateo 11:11, la Palabra nos dice que, por nosotros haber recibido nuestra salvación a través de Jesucristo, ésto nos hace mayores que los grandes héroes de la fe, en el reino de los cielos. En cuanto al punto de vista moral, Juan es mayor, pero en el reino, él sólo anunció que éste se hallaba cerca. Esto es, que Juan no vivió en el reino, pero nosotros sí.

Apocalipsis 6:9: “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.”

Muchos se preguntan, ¿Por qué aquellas almas estaban bajo el altar? Debemos recordar que antes de la Gran Tribulación, la iglesia será llevada por Jesucristo al tercer cielo o al paraíso. La iglesia fue salva al aceptar a nuestro Señor Jesucristo, no por obras. Durante la Gran Tribulación, los que se salven lo harán, no por Gracia, sino por obras. Tendrán que ser torturados, decapitados, etc. Por esta razón es que, aunque son salvos, no son parte de la iglesia de Cristo. Luego, después del juicio, todos seremos iguales y estaremos en un mismo lugar con Dios para siempre.

Vivir en el reino de Dios, requiere sacrificio y esfuerzo de nuestra parte. Tenemos que lograr crecer espiritualmente, aumentando nuestra fe para poder entender las cosas del Espíritu de Dios.

1 Corintios 2:14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”

1 Corintios 2:16: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

Nuestra vida debe ser dedicada a acercarnos cada día más al reino de los cielos. Tenemos que apartarnos de tantas cosas materiales que nos atan a este mundo. Sabemos que tenemos unas necesidades de cosas para vivir en este mundo, pero eso no debía ser nuestra prioridad, eso es secundario. Nuestro deseo mayor debe ser acercarnos lo más posible a la vida en el reino. Si hacemos lo correcto como hijos de Dios, disfrutaremos de la protección de nuestro Padre celestial.

San Mateo 6:33-34: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”

Cuando nos adaptamos a este mundo, tomándole mucho amor a las cosas materiales, estamos rechazando el reino de Dios. Si nos afectan tanto las enfermedades, el desgaste físico, la pobreza y todo tipo de situación negativa, debemos reflexionar en las promesas del Señor. No debemos permitir que los problemas de la vida nos agobien, causándonos estrés, ansiedad, depresión, etc.; debemos mantenernos viviendo en el reino que fue creado para nosotros. Si nos mantenemos en el reino de Dios, confiaremos en las promesas del Señor.

San Juan 16:33: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”

Romanos 8:18: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

Si vivimos en este mundo teniendo presente en nuestra mente y corazón las promesas del Señor, estaremos disfrutando del reino de Dios, aquí y ahora. Para que esto sea posible, debemos esforzarnos por vivir de acuerdo con la voluntad del Señor. No podemos disfrutar de las bendiciones del reino y vivir una vida pecaminosa. Tenemos que mantenernos alejados de las cosas que desagradan a Dios. Debemos mantener nuestra esperanza viva en lo que el Señor nos ha prometido.

2 Corintios 1:20-22: “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.”

Finalizo este estudio dando gracias a Dios por haber creado este reino para nosotros. Gracias por permitirnos disfrutar de él, aún estando de paso por este mundo. Deseo recalcar a los hermanos que todavía no pueden entender lo que aquí les he presentado, que si de corazón desean llegar a experimentar la vida en este reino, tienen que comenzar a vivir para el Señor. Tienen que luchar espiritualmente; tienen que lograr controlar sus pensamientos.

2 Corintios 10:3-5: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”

¡Que el Señor les inspire a desear vivir en su reino!

Por: Pastor Álvaro Rolón

 

 

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