Los Magos de las Finanzas

Los Magos de las Finanzas

Los Magos de las Finanzas

​Recientemente escuché a un evangelista, de éstos que son especialistas en levantar fondos para congregaciones. Cuando estos “ministros” llegan a una congregación, la feligresía se emociona mucho, porque esperan un gran avivamiento. Jamás se imaginan que posiblemente, entre este ministro “ungido del Señor” y el ángel de la iglesia, o sea el pastor, ya han llegado a unos acuerdos económicos. Siento mucho tener que decir esto, pero alguien tiene que hacerlo. Estos “evangelistas” se han especializado en la rama de la ministración sobre las finanzas. Son muy buscados y bien pagados por su dedicación y profesionalismo en este tema.

El mencionado “evangelista” dice que hay gente que erróneamente dice que “hoy estamos en La Gracia de nuestro Señor Jesucristo, y por lo tanto, no hay que diezmar ni ofrendar, porque eso era de La Ley de Moisés.” Como de costumbre, este evangelista dice una media verdad, que se constituye en una grande mentira. Media verdad, porque es cierto que decimos que el diezmo pertenece a La Ley de Moisés, pero nunca he escuchado a nadie decir que en La Gracia no hay que ofrendar. El propósito de este evangelista es desprestigiar a quienes les descubren las manipulaciones.

Luego, este famoso señor menciona el caso de Abraham y Melquisedec. Él señala que Melquisedec le dio a Abraham pan y vino, que, según él, son el cuerpo y la sangre de Jesucristo. En ningún momento Melquisedec consagró aquel pan ni aquel vino como cuerpo y sangre de Jesucristo.

He escuchado que el uso de pan y vino en ceremonias especiales era una costumbre de aquella época, ya que estos elementos eran la base de la alimentación en aquel tiempo. Al igual que ofrendar el 10% de alguna cantidad de dinero u otros bienes que se recibiera en algún momento especial. Este diezmo se le daba al líder religioso del momento.

Es bueno aclarar que el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo no es cualquier pedazo de pan ni cualquier poco de vino. En el momento en que nuestro Señor consagró con su Palabra aquel pan y aquel vino, estos elementos adquirieron un valor, unos atributos espirituales inigualables. Esto no significa que cualquier pedazo de pan y alguna copa de vino, que eran los alimentos diarios en aquella época, tenían atributos espirituales al igual que los elementos que consagró el Señor.

Si consultamos la biblia en San Mateo 26:26-28, San Marcos 14:22-24 y San Lucas 22:19-20 encontraremos la narración de la llamada “Última cena”. Aquí nos toparemos con las palabras pronunciadas por nuestro Señor, en aquella ocasión especial. San Mateo 26:28 dice: “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Estas mismas palabras se encuentran en las narraciones de San Marcos y San Lucas. Señalo todo esto para que no se dejen engañar por quien dice que el pan y el vino de Melquisedec era o se refería a nuestro Señor Jesucristo. Esto lo dijo el evangelista para justificar el cobro de diezmos en la Dispensación de La Gracia.

Génesis 14:18-20 explica: “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.”

Génesis 7:1-2a dice: “Porque este Melquisedec rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo.

Al estudiar estas dos porciones bíblicas podemos ver que en la primera, Génesis 14:18-20, Melquisedec sacó pan y vino y bendijo a Abram. Aquí nos dice que Melquisedec bendijo a Abram, y no al pan ni al vino. Tampoco nos dice qué hizo Melquisedec con el pan y el vino. Luego Abram le dio los diezmos de todo. Posteriormente en Hebreos 7:12, Melquisedec bendice a Abram, pero ahí no se menciona ni el pan, ni el vino.

Hebreos 7:4 hace una interesante aclaración y dice: “Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el Patriarca dio diezmos del botín.”

Abraham no dio diezmos de sus múltiples propiedades, sino solamente del botín de guerra. Diezmó de lo recibido en un evento especial, en una batalla.

Analicemos cómo fue instituida “La Cena del Señor”:
Luego del Señor bendecir el pan y el vino en “la última cena”, encontramos en Lucas 22:19 que nos dice: “haced esto en memoria de mí.” De esta manera y desde este momento quedó instituida “La Cena del Señor”, hasta el fin de este mundo. Desde este momento, un ministro toma el pan y el vino, y los consagra siguiendo el ejemplo y las palabras del Señor. Entonces todos los presentes, siguiendo las normas establecidas, participan de estos elementos consagrados.

En 1 Corintios 11:23-27 nos dice la Palabra: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comieres este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.”

Debemos entender que esta forma de utilizar el pan y el vino como el cuerpo y la sangre del Señor, comienza en la llamada “Última Cena”. Todo esto fue realizado y establecido por nuestro Señor Jesucristo, es decir que antes de Jesús, no existía esta forma de consagrar el pan y el vino.
En una ocasión anterior, escuché a otro ministro explicar que en su concilio se recaudan los diezmos, pero en una forma voluntaria, como en el caso de Abraham y Melquisedec. Este ministro pertenece al concilio de La Gracia. Hablan y hablan de La Gracia, pero cuando llegan a lo material, “el diezmo”, se les va la gracia y caen en la desgracia. Sentí deseos de preguntarle a ese ministro, “y si ustedes siguen el ejemplo donde Abraham le entrega el diezmo del botín de guerra a Melquisedec voluntariamente, entonces, ¿por qué ustedes insisten tanto para que paguen los diezmos?”

Estos “evangelistas” le sacan punta hasta a una bola de billar. Tolo lo hacen con el fin de hacer creer a la feligresía que deben diezmar ahora en la Dispensación de La Gracia de nuestro Señor Jesucristo.

1 Timoteo 6:6-11: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.”

Espero que estos eventos hayan sido aclarados y que los cristianos no se dejen engañar por estos falsos profetas materialistas. ¡Que el Señor les bendiga a todos!

Pastor Álvaro Rolón

 

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