Los Vientos de Doctrinas

Los Vientos de Doctrinas

Amados hermanos en Cristo Jesús, comienzo este estudio sobre “Los Vientos de Doctrinas”, deseando que el Señor nos guarde de caer en estos errores que causan grave daño al pueblo de Dios.

Hermanos, debemos cuidarnos y apartarnos de congregaciones o grupos religiosos que siempre andan en busca de alguna novedad para entretener a la iglesia. Nuestra novedad debe ser solamente el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. La palabra nos aconseja no seguir vientos de doctrinas que aparecen por ahí de tiempo en tiempo. Efesios 4:14 dice: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. También 1 Timoteo 4:1 nos revela: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. Además, Hebreos 13:9ª nos dice: “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas”. En las anteriores citas bíblicas encontramos al Señor alertándonos de lo que Él sabe está ocurriendo en nuestros días.

En mi vida cristiana he estado en contacto con muchas de estas doctrinas de demonios. Hace bastantes años, hubo alguien que introdujo una doctrina que aconsejaba romper con todas las tradiciones, costumbres y formas de adoración, en las iglesias que lograba penetrar. Había que cambiar hasta la forma en que estaban organizadas las bancas. Muchos hermanos hacían filas para subir al altar a testificar sobre sus visiones de ángeles en la iglesia. Esa doctrina causó mucho daño en el pueblo de Dios. Aquella iglesia se dividió por seguir a un falso profeta.

La moda de las maldiciones generacionales ya prácticamente ha decaído. Anteriormente muchos feligreses pasaban al frente, invitados por el pastor o por algún evangelista, para romperles, o librarles de la maldición. Gracias a Dios ya esa práctica parecida al espiritismo casi ha desaparecido.

La doctrina del G-12 se extendió hasta arropar gran parte del mundo hispano, pero en la actualidad permanece sólo en algunos pequeños grupos. Muchos ministros, algunos muy ambiciosos, vieron en esta doctrina la oportunidad de engrandecerse. Algunos, ciegos por la ambición material que los tiene atados, se lanzaron de lleno en esta doctrina, confiando en su triunfo, pero se llevaron una amarga sorpresa. Algunos ministros de iglesias, con una mayoría de miembros puertorriqueños, no se percataron, no pudieron comprender que por razones históricas, lo que puede lograrse o ser aceptado en otros países hispanos, es difícil ser aceptado por los puertorriqueños.

Deseo aclarar que esto se debe a que desde 1898 que entraron los norteamericanos a Puerto Rico, llegó también gran cantidad de misioneros evangélicos. Mientras esto ocurría en Puerto Rico, en otros países hispanos la religión católica era lo que se conocía generalmente. En Puerto Rico hemos sufrido muchas malas experiencias. Hemos sido golpeados por muchos de estos vientos de doctrinas. Por estas razones es que no somos confundidos o engañados fácilmente. Por tal motivo, estos ministros de iglesias con una mayoría de miembros puertorriqueños, luego de darse cuenta que el asunto no les salió, tuvieron que retirarse del G-12 y volver a la doctrina anterior. ¿Quién inspiró a estos ministros para realizar esos cambios? ¿Quién los dirigió a lo que estaban antes? Sólo Dios sabe, y creo que a su debido tiempo les pedirá cuentas. Hoy día la moda es ser llamado “profetas” y “apóstoles”. Ahora, el montón de ministros quieren que se les llame: “el Dr., Profeta y Apóstol fulano de tal”. Eso los llena de aire, se inflan como sapos. Lo que yo no veo es llevarse a cabo la labor apostólica.

La mayor labor apostólica que he encontrado en la biblia, es velar por la pureza del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué están haciendo estos hombres para que se les llame “apóstoles”; que han logrado exprimir al pueblo de Dios para edificar grandes templos; que se han inmiscuido en política partidista y en todo lo que se puedan meter, para ganar poder, fama y posesiones materiales? ¿Qué están haciendo para proteger el cuerpo de Cristo cada vez que se levanta un nuevo viento de doctrina?
Otra moda actual es la de los judaizantes. La lucha de nuestro Señor Jesucristo y del Apóstol Pablo fue en contra de los judaizantes. Hoy, estas modas de cánticos, bailes y todo estudio judaizante, etc., ha inundado las iglesias cristianas. Algunos pastores, si ven que a la membresía le gusta eso y atrae más gente, lo agregan a sus otras prácticas. Muy pocos ministros protestan sobre esto. Gran número de ellos saben que esto no debe ser así, pero si les sirve para entusiasmar, y estimular a la gente, lo suman a su doctrina.

Otro asunto que también está en aumento ahora, es la participación activa de los ministros de iglesias, en la política partidista. Ahora podemos ver y escuchar candidatos a diferentes puestos políticos, haciendo su propaganda desde el altar de una iglesia, en forma disimulada o indirecta desde luego. El ministro le dice a la congregación que la palabra de Dios quiere que esto sea así, y lo hace manipulando alguna cita bíblica. La cita que más utilizan es 1 de Timoteo 2:1-2, que dice: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. En esta cita bíblica, en ningún momento dice que hay que llevar a los políticos al templo y subirlos al altar a presentarlos como candidatos a posiciones político-partidistas. Esta escritura sugiere orar por ellos, por los que ya están en eminencia, o sea por los que ya han ganado su posición o escaño, pero no por los candidatos. Hay ministros muy hábiles que le sacan punta hasta a una bola de billar, con tal de salirse con la suya.

En el libro de 3ª de Juan, versículos 9 al 11, se instruye a la iglesia a no someterse ni seguir las instrucciones de un mal ministro. Si el ministro no se sujeta a la palabra de Dios, el feligrés no debe sujetarse a él. Si se sujeta a él, es tan responsable como él y en el día del juicio tendrá que responderle al Señor por sus actos. Aquí no estoy favoreciendo la rebelión a la llamada autoridad delegada, pero tampoco favorezco un sometimiento irracional e incondicional.

Estos ministros, en su empeño de justificar su acción, se mueven al antiguo testamento, al tiempo de los patriarcas, etc. Muchos de estos ministros saben que ya no estamos bajo esas dispensaciones pasadas, pero como la gran mayoría de la iglesia no conoce sobre las diferentes dispensaciones, aceptan lo que les dice el ministro. Muy pronto escucharán algunos estudios bíblicos sobre las diferentes dispensaciones y pactos bíblicos. Estos estudios capacitarán a la iglesia para entender con más claridad el proceso progresivo de la revelación de Dios.

La idea o deseo de cierto tipo de prosperidad financiera, es otro asunto que está causando mucho daño a la iglesia. Cuando en el nuevo testamento, o sea en la dispensación de la gracia, se nos habla de prosperidad, no se refiere a la prosperidad mundana que se predica por ahí. No se refiere a la prosperidad que caracterizaba a muchos hombres de Dios en el antiguo testamento. Debemos aprender de las diferentes dispensaciones, que cada una de ellas tiene sus propias promesas y demandas de parte de Dios, y que eran generalmente de índole material. En el nuevo testamento, las promesas y demandas son espirituales. Los únicos versículos en el nuevo testamento donde se habla de prosperidad como tal, es en 1 Corintios 16:2. En este versículo Pablo le dice a los Corintios, que semanalmente aparten algo (es decir, una ofrenda), según haya prosperado (que significa, de acuerdo con lo que haya ganado). Así que cuando hayas ganado menos, tu ofrenda debe ser menor, porque tienes que cumplir con tus obligaciones.

La palabra nos brinda mayor claridad sobre este asunto en 2 Corintios 9:7 que nos dice: “Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Hermanos, no me diga que si usted no tiene dinero suficiente para cumplir con los gastos de su hogar, va a ofrendar alegremente. Menos alegre estará, si tiene que pagarles diezmos a los hijos de Leví. El otro versículo en que se menciona la prosperidad está en 3ª epístola de Juan, versículo 2, y dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Hermanos, hay ministros que son magos, de un versículo hacen toda una teología. La ambición material los ciega. Desean retornar al antiguo testamento para disfrutar de las promesas materiales que están allí. Busquen en el nuevo testamento para ver cuál de los hombres de Dios, usted encuentra que tuvo prosperidad material. Ninguno, la prosperidad que recibieron fue espiritual. Por esta razón es que encontramos la actitud de Esteban, el primer mártir cristiano, en el momento de su muerte. Los Hechos 7:55 nos dice: “Pero Esteban lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios”. ¡Esto es prosperidad en La Gracia!

Debido a nuestra naturaleza, los seres humanos estamos atados a las cosas materiales. Esto lo podemos superar esforzándonos para lograr mejorar nuestra comunión con Dios. A medida que crezca nuestra relación con Dios, así nos iremos desatando de los deseos materiales excesivos. Los seres humanos deseamos tener lo necesario para vivir y eso es normal, pero el deseo insaciable de poseer más de lo que en realidad necesitamos, es algo enfermizo. Hay personas que su único deseo está en acumular o poseer más y más cosas materiales. Creo que en algunos casos, algunos ministros apoyan esta conducta anti-cristiana. Digo anti-cristiana porque las promesas de nuestro Señor en la Gracia son espirituales, son promesas para nuestro espíritu. Son promesas para poder vivir, venciendo las vicisitudes, las dificultades que encontraremos en esta vida. San Juan 16:33 nos dice: “Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

A la verdad que yo entiendo por qué muchos ministros le buscan la vuelta al verdadero mensaje del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Este evangelio no es atractivo materialmente, ni para esta vida, ni para este momento. Aquí, en esta porción bíblica, el Señor no te promete que te va a librar de las aflicciones. Al contrario, te afirma que las vas a tener. Podrás atravesar este valle de aflicción y tendrás paz de parte del Señor, si mantienes comunión con Él. Es necesario saber que la paz de que habla el Señor podría ser muy diferente a lo que podemos estar pensando nosotros. Quizás podría venir a nuestra mente una paz que nos brinde las riquezas materiales o la ausencia de aflicciones, pero la paz del Señor es diferente, es espiritual. San Juan 14:27 dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.

Disfrutar la paz del Señor nos requiere estar en comunión con Él, porque es paz interior, espiritual. Podemos encontrar o haber escuchado sobre personas muy ricas que para conseguir un poco de paz, necesitan usar drogas o alcohol. Otras personas millonarias se han suicidado. Esto nos revela que la verdadera felicidad o paz, no procede de las posesiones materiales. El poder disfrutar de la paz del Señor, requiere esfuerzo de nuestra parte. Tenemos que dedicar tiempo a las cosas del Señor. Tenemos que meditar, leer la palabra de Dios, orar, ayunar, y sobre todo, esforzarnos en vivir una vida agradable a Dios. Tenemos que cuidarnos de no caer en las tentaciones que nos ofrece el mundo. Nuestra salvación eterna la recibimos gratuitamente cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro único y exclusivo Salvador. Aparte de la salvación eterna, todo lo demás nos cuesta carísimo. Recuerde que la salvación eterna la disfrutaremos luego en la eternidad, pero mientras estemos en este mundo, tendremos que esforzarnos para poder comenzar a disfrutar de las bendiciones del Señor aquí en la tierra. San Juan 15:19 dice: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.

Otra doctrina que actualmente circula por ahí dice: “Pare de sufrir”, esto sí que es un disparate grande. Esto es totalmente en contra de las enseñanzas del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. El evangelio nos advierte: “En el mundo tendréis aflicción”, “toma tu cruz y sígueme”, “el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”. Es grande la cantidad de porciones bíblicas que expresan y nos advierten cómo será el estilo de viva que viviremos los cristianos. En realidad entiendo que si deseamos tener una congregación grande, debemos ser cuidadosos sobre lo que predicamos. A muchos hermanos les encanta escuchar mensajes que les edifique. Generalmente a lo que le llaman edificante es la palabra que les emociona, que les alegra el alma. A veces, algunos ministros muy bien entendidos en la forma de emocionar a la iglesia, preparan un mensaje fogoso, de esos que ponen a la gente a brincar y a saltar. Si alguien se sentara a la salida del templo y la gente al salir hiciera una fila, y el entrevistador les preguntara, ¿Qué aprendieron sobre el mensaje que escucharon? Gran cantidad de hermanos no tendrían nada qué decir.

Hermanos, trate de recordar, de entender cuál fue la vida que vivieron los discípulos, los apóstoles. Todos los apóstoles fueron asesinados, con excepción de Juan, que murió anciano, desterrado de la Isla de Patmos. El evangelio no es nada atractivo, materialmente hablando. En una ocasión, al escuchar la predicación de nuestro Señor Jesús, muchos de sus discípulos dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” San Juan 6:66-67: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce:

¿Queréis acaso iros también vosotros?
Hermanos, esto significa que el mensaje del evangelio nunca ha sido agradable a la carne. Ni aún saliendo de la boca de nuestro Señor Jesucristo, las promesas del evangelio gustan mucho al hombre natural, debido a que son para la eternidad, a diferencia de la mayoría de las del antiguo testamento. Cuando encontramos partes del antiguo testamento que se refieren a nuestro Señor Jesucristo y al futuro evangelio, por ejemplo, en gran parte del libro del profeta Isaías, esas porciones bíblicas son generalmente para otra vida.

El estar en este mundo nos encadena, nos ata a las cosas materiales. La lucha que tenemos contra los deseos de la carne es fuerte. Estamos obligados a pelear la batalla si es que queremos gozar de la paz que el Señor nos da, que como sabemos, es paz en medio de la tormenta, no como el mundo la da. Si perseveramos en nuestra lucha, venceremos al fin. No es muy agradable escuchar que esta lucha terminará cuando partamos de este mundo, ya sea que muramos o que seamos levantados en el rapto de la iglesia. Hermanos, las promesas del Señor son verdaderas y grandes.

Él nos dice en Romanos 8:16-18: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Para todo lo dicho anteriormente hay una condición: “Si es que padecemos juntamente con Él”. Creo que esta parte no es muy agradable, ni que la gloria que ha de manifestarse es venidera, es decir, futura para la otra existencia. Hermanos, este es el evangelio y yo pienso presentarlo sin tapujos ni adornitos. Así lo ha dispuesto el Señor y así lo haré. Amén.

Por: Pastor Álvaro Rolón​
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